¡Hentai chibi-doji! —le acusó, señalándole con el dedo, caminando hacia Draken.— ¡Jamás te dejaría quitarme la ropa! —estaba furiosa, pero también avergonzada ante el pensamiento, su cara estaba completamente enrojecida.—

Hablan cosas muy raras ustedes dos. — Llevaba rato escuchando en silencio, se hizo a un lado para no verse involucrado en sus rarezas. —

— ¿Qué te quite la ropa?— Cuestionó fingiendo inocencia ahora en su pregunta pero aguardando a la reacción ajena.

¡No estoy avergonzada, baka! —le miraba de reojo, y de pronto, parecía el mismo de siempre. Frunció entonces más el ceño.— Ropa, ¡mucha ropa!

— ¡Jajaja!, Deberías ver tu cara de vergüenza — Comentó divertido pero volvió a centrar su rostro y luego bostezó sonoramente. — Eh... ¿Que vas a querer de cumpleaños?—

¡Eeeeeeeek! —volvió a estremecerse, y quitó la mirada de encima, volviendo a fruncir sus labios.— Usotsuki. Siempre desapareces. —le reprochó, pero esta vez en voz baja.—

Ladeó el rostro a un costado y le observó con fijeza, esa mirada casi imperturbable que solo él poseía,incluso parecía un felino. — ¿Eh? Pero así estaría contigo por siempre—

¡Eeeeek! —se estremeció ante el pensamiento, y en seguida el enojo le subió al rostro.— Urusai! Tendría que exorcizarte si hicieras eso, baka!

— ... Sí es así iría a verte cuando te bañas — Y sonrió.

Tsk, ¡pareciera que sí! Con tantas desapariciones, no tardas en convertirte en uno. —le sacó la lengua.—