Leyó el mensaje en el que Emma le confirmaba que iría aquella noche, y saltó del gusto; pero en seguida recordó lo nerviosa que eso la ponía. Entre gruñidos y risitas, continuó limpiando su habitación, y cuando estuvo satisfecha, corrió a ayudarle a su madre con el resto de la cena.
Veía su celular a cada rato, y cuando Emma avisó que había llegado, corrió bruscamente, se puso los zapatos, cruzó el patio, y respiró profundamente cuando estuvo a punto de abrir la puerta. Nada podía salir mal, después de todo, su padre no estaba, y eso haría la velada ligera y disfrutable. —Okaeri, Emma!
—¡Gracias por recibirme! — decía tanto entusiasmada, cómo nerviosa mientras realizaba una rápida reverencia mientras trataba de ponerse aquellas sandalias. ¡Que recibimiento tan cálido! La madre de Airi parecía ser una mujer muy agradable, le hizo sentirse ya en casa. — Sí, me gusta la soba, no se preocupe. No debio tomarse tanta molestia— respondió levemente apenada, no estaba acostumbrada a que alguien más cocinara para ella desde hace bastante. Cuando Airi le indicó de ir a su habitación, no dudo ni un segundo en seguirla. Era sin duda una incógnita para Emma. Por la apariencia y lo poco que había tratado con su nueva amiga, imaginaba que su cuarto sería bastante genial. (...)
