Na-nanda to? Y-yo no salgo con pandilleros, tsk! —se quejó, pero no con la agresividad que solía tener con el resto, más bien avergonzada, cruzándose de brazos par disimular la pena que sentía.— Además, no merece que te desgastes tanto, ¿sabes? Ese chibi doji malagradecido que desaparece no merece tanta preocupación. —frunció el rostro, siendo incapaz de disfrazar el enojo que le causaban las ausencias prolongadas del rubio.—