Bueno, si quieres un árbol maduro, necesitarías viajar a provincia, a algún invernadero grande.— dijo, meditativa, pero le miró hacia arriba al escuchar la última opción.— Pero estoy segura de que yo podría hacer crecer uno, el abuelo me enseñó todo lo ke debía saber sobre árboles. — espetó con orgullo, sonriendo ampliamente, recordando al hombre que le había enseñado tanto.— Además, igual debo cuidar tus demás plantas, ¿no es así?

— Preferiría un árbol maduro, no creo tener mucho tiempo para sus atenciones. A menos, claro, que me ayudes con eso. —

Jhm… Depende; si quieres semillas, o un árbol muy pequeño, puedes adquirirlo en la florería, mi madre tiene de todo, pero si quieres uno más grande, deberías de ir a un invernadero. No es nada difícil conseguirlos; después de todo, las Sakura son nuestras flores nacionales. —había dicho todo eso con un aire meditabundo, pero al final sonrió abiertamente, con sus dientes asomándose bajo sus labios, como quien lo sabe todo.—

— Airi, ¿qué sabes acerca de cerezos japoneses? ¿Sería difícil conseguir un árbol?