—Parpadeó un par de veces, algo descolocada, y un rubor súbito le coloreó las mejillas de forma involuntaria. De pronto, la cercanía del rubio la puso nerviosa, y sintió que debía desviar la mirada.— Nani sore…? —cuestionó, más por nerviosismo que por otra cosa.—

— Porque tú estás sonriendo...—Solto de inmediato sin quitarle la mirada de encima, sin apartarse y con un genuino interés por aquella cercanía.

La más inteligente de todas. —recalcó orgullosa, echó su cabello hacia atrás, y recargó su rostro sobre las palmas de ambas manos, mirándole aún sonriente.— ¿Y tú por qué estás de buen humor?

— Qué inteligente, yo también estoy de buen humor—

Permanecía hincado frente a ella y observandole con fijeza.

—Se encogió de hombros despreocupadamente, y el movimiento de sus pies permaneció ininterrumpido.— Aprobé química y álgebra. —dijo, y su sonrisa se amplió.—

Ese gesto espontáneo le hizo sorprenderse. Lo expresó en la forma en como abrió sus ojos apagados y se ruborizó un poco. — ¿Cuál es la razón?—

—Cerró los ojos por un instante, al sentir el tacto del índice ajeno, y se quedó inusualmente quieta.— Haaaaai, estoy de muy buen humor el día de hoy. —afirmó, aún sonriente, meciendo sus pies en el aire.—

Se acercó para picarle con el índice la punta de la nariz a la azabache — ... Luces feliz —

Sore ha nan desuka? —cuestionó curiosa.—

—... —