—Se excusó la adolescente, y una sensación extraña le invadía el pecho, pues el saber ahora sobre la situación familiar de los hermanos le hacía tener una empatía que no creía ser capaz de sentir. Pero tenía qué dejar de pensar en ello, no podía hacer sentir incómoda a Emma, después de que ella se había abierto tanto con ella, por eso la pregunta que hizo la rubia la espabiló, y sonrió de nuevo.—

Ah, bueno... Fueron una serie de casualidades.— dijo, dejando el menú de lado, se sentó al borde de su silla, recargada sobre la mesa, y se acercó a Emma.— A Draken lo conocí en el parque, me vio golpeando a un idiota... —confesó con cierta timidez, pero en seguida prosiguió con su relato.—Solía encontrármelo mucho en aquel parque, poco a poco comenzamos a hablar más, y entonces mi madre le ofreció un trabajo en la florería. Desde entonces nos hicimos amigos, o algo así.... Supongo que a los dos nos cuesta aceptarlo. —meditó un poco, pues daba por sentado que eran amigos,