Todo esto porque tienes hambre. Mattaku! —se quejó, pero en realidad estaba a punto de reírse, o algo así. Volvió a negar con la cabeza.— ¿Porqué no fuiste a comprar algo de comer? Hay takoyaki, okonomiyaki, mochi, taiyakis... —enlistó, pero permaneció en la misma posición.—

— ¿Eso crees?, No quería asustar a nadie— De nuevo su estómago hizo ese gracioso sonido y asintió de una forma infantil. — Muero de hambre—

Heh… para la casa del terror te hubieras disfrazado de un Bakezori, ¡te hubiera quedado perfecto! —dijo, socarrona, y entonces escuchó el ruido proveniente del estómago de Mikey.— Oi… ¿tienes hambre…?

— Mi grupo es solo de chicas, me obligaron a hacer todo el trabajo pesado para el montaje de la casa del terror. También debía sacar a patadas a quienes molestaran ahí y... Me aburrí— Luego de decir eso y escucharle su estómago hizo un ruido gracioso.

No me gustan las aglomeraciones de gente.— confesó con tranquilidad, y procedió a abrazar sus propias piernas, imitando al rubio.— Oi, ¿qué le tocó hacer a tu grupo? A mí me tocó vender takoyaki, y tengo una presentación más tarde. Tsk!

— Algo así — Se mantuvo igual sin remover la máscara de su rostro, incluso soltó un gruñido. — ¿Qué haces tú aquí?—

Nani o itte iru? —se agachó, y quedó sentada sobre sus tobillos frente a él, desconcertada por su actitud, a pesar de que sabía lo infantil que era.— ¿Tanto detestas la escuela?

— No quiero— Soltó de una forma infantil para abrazar sus propias piernas y permanecer ahí hincado como un mocoso malhumorado. — Quiero irme a casa—

—Al escucharle, tuvo que bajar la mirada, para volverse a encontrar con el rubio.— Nanda to…? Oi, el ruido es inevitable. ¡Es un festival! Anda, levántate, no seas infantil. —le instó, con esa impaciencia que le caracterizaba.—

— Del ruido — Fue lo único que se atrevió a decir en su lugar, pese a que participaba en el festival, no lo disfrutaba para nada.