—Su rostro quedó lo suficientemente cerca del ajeno como para, por primera vez, ponerle atención a sus ojos tan singulares del rubio. Hesitó entre uno y otro, aún molesta por toda la situación, y una de sus manos regresó a sus caderas.— Oi, es perturbador tener a un Chibi-doji siguiéndome. ¡En verdad eres un bicho raro! —se quejó, haciéndose hacia atrás. Entonces se dio cuenta que el rubio era un poco más alto que ella, aunque no por mucho.—
Se detuvo en seco frente a ella y le observó fijamente con ese gesto imperturbable; esos iries oscuros que parecían un par de espejos reflejando el rostro de la jovencita. — ¿No puedo hacerlo?— Cuestionó.
—Camino algunos pasos antes de notar la presencia nada sigilosa del rubio que la seguía de cerca. Continuó con su andar acelerando el paso, aún furiosa, o incluso más, pues su mandíbula se tensó un poco más. Los pasos ajenos seguían siendo audibles, y se detuvo en seco, girándose bruscamente hacia él.— Oi, teme! ¿Qué demonios haces siguiéndome?! —le gritó exasperada, nuevamente mostrándole su puño.—
Le observó marcharse desde su lugar y se levantó de ahí para seguirla muy de cerca, incluso dejo que sus zapatos sonarán sobre el suelo y fijó su mirada en ella con bastante interés. Algo le impulso a hacerlo, pero tenía un par de horas antes de tener hambre o de la próxima reunión con la ToMan. — . . .—
—Ese rubio la sacaba completamente de sus casillas, la vena en su sien se saltó visiblemente, y su mandíbula se tensó, mientras que de sus labios apretados salía un sonido similar a un gruñido. Avanzó hacia él con esa expresión furiosa, pero lo pasó de largo y recogió el libro que antes le había lanzado. No le volvió a mirar y siguió caminando.— No eres más que una distracción, iré a estudiar a otro lado.— dijo entre dientes, y avanzó con pasos furiosos.—
— ¿Debería funcionar?, Solo me gusta molestarte... Y para mí eso no está mal— Esos iries oscuros seguían cada movimiento y gesto de la chica, con mucha atención, no le importaba las duras miradas o palabras que podía arrojarle por alguna razón eso le atraía pero no lo expresaría. — Espera, funciona contigo, tengo toda tu atención ahora mismo—
—Parpadeó con perplejidad un par de veces, y sin relajar el rostro, observó los movimientos despreocupados del rubio. Entonces dejo salir un suspiro.— Mattaku, no eres más que un chibi-doji. —se cruzó de brazos, y lo miró con desaprobación.— ¿En serio esas provocaciones te funcionan con las mujeres? —enarcó una de sus cejas, esta vez adquiriendo una expresión socarrona.—
— ¿Con tu cara? ¿Es eso posible?— Bien sabía a qué se refería, solo quería seguir molestandola un poco más, llevo nuevamente aquella golosina a su boca y siguió observándola con esa mirada tan intrigante.
