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Fuera de las respiraciones agitadas de las involucradas, un silencio reinaba en las inmediaciones de aquel parque; parecía un momento de tregua momentánea entre las delincuentes que, tan sólo unos momentos antes, habían estado peleando entre ellas. Pero el cansancio mermaba los cuerpos de todas, y sólo un par de ellas quedaban en pie, justo al centro del conflicto: la Kaisei Kitsune Oni y Tanaka de las Yoyogi Hannyas.
 
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ClosedClosed · 31-35, M
Suponía que el veredicto era más que obvio, y sus expectativas no eran muchas para lo que sucediera después, pero fue la pregunta retorica que ella lanzó, haciendo gala de un mórbido cinismo, lo que le hizo mantenerse ahí en lugar de continuar con su andar, junto con el vitoreo burlón y las risas de sus onis, quienes tampoco parecían pretender detenerse.

Los brutales pisotones retumbaban, acompañados de los quejidos lastimosos de Tanaka hasta que finalmente la oni hizo una pausa para extender la mano, siéndole entregado el bate por una de sus secuaces. La sonrisa de Junzō se tornó mórbida en este punto; incluso para sus estándares, aquello era excesivo, pero más que causarle repulsión, le generaba una fascinación que no podía contener y aquello era exacerbado tan solo por la duda notoria y el temor en las protestas de sus secuaces.
 
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