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Fuera de las respiraciones agitadas de las involucradas, un silencio reinaba en las inmediaciones de aquel parque; parecía un momento de tregua momentánea entre las delincuentes que, tan sólo unos momentos antes, habían estado peleando entre ellas. Pero el cansancio mermaba los cuerpos de todas, y sólo un par de ellas quedaban en pie, justo al centro del conflicto: la Kaisei Kitsune Oni y Tanaka de las Yoyogi Hannyas.
 
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AiriSato · 18-21, F
Airi bajó las manos con calma, y observó por unos segundos a su presa. Su sonrisa se había desvanecido, y, por unos segundos, sus labios se apreciaron espeluznantemente rectos, pues con esa máscara puesta y con las manchas de sangre ajenas sobre la ropa y una de sus mejillas, parecía una aparición.

Una pequeña sonrisa a medio labio se le dibujo, y se puso en cuclillas, justo sobre el rostro de Tanaka, y aún con el bat en la mano.

—Te salvó la campana, serpiente. Un día más para vivir. Eso dicen, ¿no? Por cierto, no le haces honor al nombre de tu banda. Hannyas. No merecen ese nombre, son indignas. Deberían considerar cambiarse el nombre a "Serpientes"; no son más que un grupo de alimañas escurridizas.

Ahí estaba de nuevo, esa burla condescendiente y pasiva que le erizaba la piel a cualquiera, y que se adornaba de una sonrisa llena de sorna. Se incorporó y la miró hacia abajo.

—La próxima vez no tendrás tanta suerte. Ja ne.
 
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