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Fuera de las respiraciones agitadas de las involucradas, un silencio reinaba en las inmediaciones de aquel parque; parecía un momento de tregua momentánea entre las delincuentes que, tan sólo unos momentos antes, habían estado peleando entre ellas. Pero el cansancio mermaba los cuerpos de todas, y sólo un par de ellas quedaban en pie, justo al centro del conflicto: la Kaisei Kitsune Oni y Tanaka de las Yoyogi Hannyas.
 
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AiriSato · 18-21, F
Entonces se perfiló, estaba en la posición perfecta para aplastarle la cabeza a su contrincante. Hubo un silencio general, incluso sus súbditas jadearon incrédulas al verla dispuesta a terminarla con un golpe que definitivamente sería mortal.

—O-oi... Sato-san... Eso ya es excesivo, han perdido.

Dijo una casi tímida voz detrás de ella, era la voz de Tachibana, su segunda al mano.

—Urusai. Yo decido cuando esto termina.

Dijo con frialdad calma sin siquiera inmutarse, y la autoridad que denostaba su voz heló a todas las presentes, y sólo la respiración trémula y desesperada de Tanaka, que la miraba con una mezcla de horror y odio, se escuchaba en un eco desesperado.

Fue entonces se escucharon las sirenas, y tras un momento de perplejidad, todas las presentes comenzaron a agitarse, comenzaron a replegarse en los respectivos grupos. Airi aún tenía al bat en posición, y Tachibana la tomó de la muñeca.

—Sato-san... Es hora de irnos.
 
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