Habían pasado un par de semanas desde aquel incidente con las Yoyogi Hannyas, y desde entonces, ningún otro Bosozoku ni Hashiriya, se habían cruzado en el camino de las Kaises Onis. La vida escolar era aburrida y sin eventualidades, y la Kaisei Kitsune Oni comenzaba a impacientarse a falta de algo interesante que hacer. —Tachibana, haremos esa estúpida reunión esta noche en el templo Gyōzenji. Y diles que vayan preparadas; hoy entrenaremos hasta la muerte.