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昔を忘れて。

Habían pasado un par de semanas desde aquel incidente con las Yoyogi Hannyas, y desde entonces, ningún otro Bosozoku ni Hashiriya, se habían cruzado en el camino de las Kaises Onis. La vida escolar era aburrida y sin eventualidades, y la Kaisei Kitsune Oni comenzaba a impacientarse a falta de algo interesante que hacer.
—Tachibana, haremos esa estúpida reunión esta noche en el templo Gyōzenji. Y diles que vayan preparadas; hoy entrenaremos hasta la muerte.
 
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no te tengo miedo
AiriSato · 18-21, F
Sato miraba cómo la campal se desarrollaba frente a ella, mientras seguía jugueteando con el bat. Poco a poco, iban cayendo una a una las indignas, algunas knockeadas, algunas exhaustas. Las capitanas, y una que otra novata sobresalían; en realidad no eran novatas, pero se les trataría como tal hasta que probaran ser dignas. Airi bostezó y frunció los labios, Tachibana la miró de reojo; esa no era una buena señal.

—“Oi! ¿Es todo lo que tienen?! ¡Así jamás serán dignas de pertenecer a las Onis!”— gritó Tachibana, con una energía y una agresividad inusuales en ella. Las todas las participantes voltearon a verle, y las capitanas entendieron el porqué de la provocación, los ojos de todas fueron a donde la sukeban. Pasaron saliva, apretaron los dientes, emularon más provocaciones a las presentes, y retomaron con mucho más ardid que antes la campal.
AiriSato · 18-21, F
En cambio, Chiba era más explosiva y un poco más sádica, junto con Nomura, solían ser quienes llevaban los conflictos “a más”, o quienes comenzaban la mayoría de los conflictos. Tachibana siempre tenía que ponerles un alto cuando detectaba que las meterían en problemas innecesarios.

Finalmente, estaba Ando, la más baja y menor de todas. Tenía un aspecto bastante inocente e infantil, y solía llevar consigo dos cosas: una cuerda para saltar, y un cinturón de estoperoles. Todo el tiempo saltaba la cuerda como si fuera nada, pero era tan hábil con ella, que también la usaba como arma en las peleas. Tenía más agilidad, destreza, resistencia y velocidad que todas, por ello había era capitana a pesar de ser de primer año. En esta pelea, como en todas, era la más subestimada por las novatas que la miraban hacia abajo, pero cuando el primer golpe con el cinturón de estoperoles le tiró un par de dientes a una de ellas, el resto se dio cuenta de que por algo era capitana.
AiriSato · 18-21, F
Pero no era la única que puños poderosos; Nomura, de cuerpo robusto y un rostro temible, se tronó los dedos, y enseguida se puso sus manoplas. Ni siquiera esperó a que las novatas la atacaron, cuando ya le había hundido el puño a una de las pobres incautas. Nomura, de todas, era la única que provenía de una familia que pertenecía a la yakuza, Chigusa era una chinpira, una aprendiz de delincuente. Por ende, su violencia era desmedida y a menudo irracional, estaba cargada de fuerza bruta. Era ella quien se encargaba de llevar a cabo los castigos referentes a la traición; siempre tenía una navaja en el busto, y con ella marcaba los rostros de las desdichadas.

Fukuda y Chiba, ambas algún día miembros del club de kendo, usaban una bokken y una shinai, respectivamente. Sin embargo, quien llevaba más de la disciplina del kendo era Fukuda, de carácter más templado y enfocada a la eficiencia, siempre acaba con sus enemigos con absoluta precisión y sigilo.
AiriSato · 18-21, F
Los gruñidos, gritos, y jadeos llenaban el lugar con un eco apabullante. Airi le daba vueltas al bat, mientras, sonriente, veía el panorama a sus pies. Nadie les había explicado la dinámica de iniciación, así que las novatas, confundidas, primero se miraron unas a otras cuando las capitanas comenzaron a retarlas, pero enseguida arremetieron contra ellas.

Como era un una contra varias, tenían permitido usar algún objeto que no las dejara en tanta desventaja; aunque al ser capitanas, era porque podían con varias a la vez en el ardid de la batalla. Sólo Tachibana, la más alta de todas y versada en el judo, no usaba ningún objeto, peleaba a puño limpio, y vaya que tenía buenos puños; más de una vez había knockeado a sus oponentes de un sólo golpe. Pero jamás lastimaba a nadie más de lo necesario, tan sólo neutralizaba al enemigo; sin duda era que por eso era el cerebro y la razón de las Onis, la persona en la que Airi más confiaba para todo.
ClosedClosed · 31-35, M
Se le ocurrió entonces la idea de aprovechar la conmoción para regresar detrás del templo y acercarse a escuchar lo que podrían llegar a platicar entre ellas. Comenzó a regresar, notando como una de las “pruebas” terminaba. Se detuvo para no hacer ruido, pero entonces, la piel se le erizó y sintió un escalofrío recorrerle.


Una lata de cerveza cayó de entre los arbustos que ocultaban a los demás, cayendo con un estruendo que le pareció ensordecedor, para finalmente rodar por el piso hasta la entrada del templo, justo a los pies de Airi y sus capitanas.
ClosedClosed · 31-35, M
— “Deberíamos largarnos, esto es un puto ejército, si nos descubren vam- …” — Shouhei se quejó, pero Tesshou enseguida le cayó la boca al ponerle la zurda encima. Los demás estaban demasiado intimidados para actuar con coherencia, y Tomoya estaba bebiendo desaforadamente en un intento de calmarse, pero Tesshou se concentró en recorrer el panorama. Todas lucían iguales; necesitaba un mejor ángulo.

— “Quédense aquí, y no hagan ni un solo ruido si no quieren terminar en el hospital incapaces de limpiarse el culo por sus cuentas, ¿está claro?” — Todos asintieron, mientras él se separaba del grupo, sorteando los arboles y la maleza con cuidado, hasta que finalmente logró visualizar a la entrada del templo a 5 mujeres, y en medio a otra que portaba una máscara. Debía ser la líder, estaba seguro.
ClosedClosed · 31-35, M
— “¡Vete a la mierda, imbécil! De un puñetazo te voy a sentar en el pavimento, ¡idiota!” — Tomoya explotó contra Manabu, pintándole el dedo. Aquello espabiló a Tesshou, mientras que Shouhei calmaba al primero, deteniéndole para que no se fuera sobre el más viejo de los hermanos Mikami. Fue entonces que Tesshou se percató que estaban en el punto indicado, la parte trasera de la colina donde residía el templo, sede de la reunión Kaisei Oni.

— “Déjense de estupideces, ya estamos aquí.”

El grupo comenzó a escalar por la ladera entre quejidos, risas acalladas, empujones y acallamientos, trabajo que se dificultó debido a la oscuridad. Pronto llegarón detrás de la estructura, y con cuidado la circundaron por un costado, bajo el cobijo de los arbustos. Fue entonces que se percataron de la realidad de las Onis, con un dejo de fascinación, pero también de temor ante la situación que se encontraban. Tesshou pasó saliva al sentir aquel presagio confirmado.
ClosedClosed · 31-35, M
— “Obviamente, pero ya sabes como es Junzo. “Paranoico” le queda corto, a veces se me figura que está mal… Ya sabes.” — Takeshi hizo un ademán con la diestra en espiral a un costado de su cabeza, haciendo una cara chistosa. — “Pero tengo que admitir que por eso está donde está.“

Tesshou caminaba al final del grupo en silencio. Su propia mente ahogaba el alboroto a su alrededor, meditando por sobre la sensación que tenía de vacío en el estómago, la cual parecía ser un síntoma del mal presentimiento que plagaba sus pensamientos. Había escuchado de las Kaisei Onis y de Sato, pero apenas un par de rumores que parecían más leyendas urbanas que otra cosa, pues le costaba trabajo asociar tremenda brutalidad con un grupo de sukebans elusivas. Pero los rumores eran rumores por algo.
ClosedClosed · 31-35, M
La noche ya había caído desde hace rato. Manabu y Takeshi se encontraron fuera de un konbini con el resto del grupo, donde se abastecieron de cigarrillos y cervezas, contando malos chistes entre ellos y espantando a uno que otro transeúnte al salir. Era notorio que se lo estaban tomando muy a la ligera, lo cual de cierta forma le preocupaba a Tesshou, quien había sido el primero en llegar y el único en declinar la propuesta de beber mientras esperaban. Se encaminaron hacía el templo, decidiendo tomar una ruta alterna, en caso de que las Onis ya estuvieran ahí.

— “No sé porque Junzo decidió mandarlos con nosotros. Takeshi y yo hubiéramos sido mucho más que suficientes, ¿no es así?” — Vociferó Manabu, quien le daba un codazo a su hermano en el costado. Takeshi se quejó y lo empujó un poco brusco, aunque en evidente juego, riendo estruendosamente mientras miraba por encima del hombro a los demás.

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