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昔を忘れて。

Habían pasado un par de semanas desde aquel incidente con las Yoyogi Hannyas, y desde entonces, ningún otro Bosozoku ni Hashiriya, se habían cruzado en el camino de las Kaises Onis. La vida escolar era aburrida y sin eventualidades, y la Kaisei Kitsune Oni comenzaba a impacientarse a falta de algo interesante que hacer.
—Tachibana, haremos esa estúpida reunión esta noche en el templo Gyōzenji. Y diles que vayan preparadas; hoy entrenaremos hasta la muerte.
 
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AiriSato · 18-21, F
Pero no era la única que puños poderosos; Nomura, de cuerpo robusto y un rostro temible, se tronó los dedos, y enseguida se puso sus manoplas. Ni siquiera esperó a que las novatas la atacaron, cuando ya le había hundido el puño a una de las pobres incautas. Nomura, de todas, era la única que provenía de una familia que pertenecía a la yakuza, Chigusa era una chinpira, una aprendiz de delincuente. Por ende, su violencia era desmedida y a menudo irracional, estaba cargada de fuerza bruta. Era ella quien se encargaba de llevar a cabo los castigos referentes a la traición; siempre tenía una navaja en el busto, y con ella marcaba los rostros de las desdichadas.

Fukuda y Chiba, ambas algún día miembros del club de kendo, usaban una bokken y una shinai, respectivamente. Sin embargo, quien llevaba más de la disciplina del kendo era Fukuda, de carácter más templado y enfocada a la eficiencia, siempre acaba con sus enemigos con absoluta precisión y sigilo.
 
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