« Back to Album · Next »
愚かな仕事!
 
Newest First | Oldest First
AiriSato · 18-21, F
El tono burlón del rubio la hizo levantar la mirada y posarla con pesadez sobre él, con la cabeza aún hundida entre sus piernas. El hormigueo subsecuente a su episodio de furia reemplazaba la rigidez de su cuerpo, como un vestigio de lo que pudo haber acontecido. Por fin sacó el resto de su rostro del escondite improvisado, y posó su mentón sobre sus rodillas, exponiendo sus labios fruncidos y recorriendo el rostro de Toyokuni con la mirada, analizándole con suma atención. Después de unos segundos y con mirada resoluta, parpadeó un par de veces y dejó escapar un suspiro pesado.

—Tienes suerte de que ya se me pasó el enojo, o te hubieras arrepentido de usar ese tono conmigo.— le amenazó casi pasiva, como quien está demasiado exhausto para hacer cualquier cosa. Entonces se puso de pie de un salto y caminó hacia su bicicleta, levantándola del suelo con una mano, y levantando el arreglo maltrecho del suelo.

—Y también quiero un onigiri y unas Haribo.—sentenció con un puchero orgullos
Menos mal que ella se había relajado, sino no sabría que más podría haber dicho para calmarla, hubiera sido imposible anhelar otra solución que no terminase mal. Toyo se veía del todo calmado, suspiró para sacarse el estrés que antes tenía, a veces sentía que tenía genuina madera de líder al poder calmar así a los más violentos pandilleros, por más que fuese un inmaduro. Su forma de pensar, matemática y lógica incluso en las relaciones sociales le permitía hacer casi balances químicos en sus palabras, así como las reacciones que producía.

Se puso en cuclillas frente a ella, sin saber muy bien que hacer con sus manos.

—Ora, ¿y eso? —dijo burlón con una sonrisa en sus labios, mientras miraba ya como la gente se había ido a hacer sus cosas, se le ocurrió algo para animarla—. Tengo dinero hoy, ¿te apetece una calpis o un ramune?
AiriSato · 18-21, F
ella hubiese sucumbido a sus bajos instintos, arruinándose el porvenir que tanto anhelaba. Tragó saliva con pesadez, y sus labios parecieron fruncirse, entre desesperados, mudos y frustrados. Las punzadas que la incitaban a la violencia parecían dispersarse, permitiéndole destensar sus extremidades poco a poco. Un parpadeo inusitado y un suspiro pesado la sacaron de ese transe, y sin más, se dejó caer en sobre sus talones, abrazando sus piernas con fuerza y ocultando el rostro entre sus rodillas, sin decir nada más.

Su respiración comenzaba a regularizarse y su quijada parecía liberar la presión que ejercía.

—Tanizaki boke.—dijo en un simple y apagado murmullo.
AiriSato · 18-21, F
Las palabras del rubio le punzaban, como ramas que alimentan el fuego y que lo hacen crecer. No podía negar que todo lo que este argumentaba era verdad; sabía que se hubiera metido en problemas irreversibles si Toyokuni no hubiese llegado. Incluso sabía que era verdad; si ella fuese servidora pública, no podría lidiar con la gente o los problemas de aquella manera. Sin embargo, era casi incontrolable ese ímpetu violento que la poseía, y le estaba costando conectar su racionalidad con actuar, pues no lograba ahogar su sed de agresión.

Levantó la mirada y sus ojos se posaron sobre la espalda de Tanizaki mientras corrió a penas unos pasos al frente de ella, y cuando este se giró hacia ella, sus ojos quedaron atrapados por los ajenos; ambas miradas estaban fijas la una en la otra. La última frase de este pareció sacarla de balance de alguna manera, y los temblores parecieron disminuir. Era verdad, si no hubiera sido porque, consciente o no de la situación, Toyokuni se apareció,
hacía adelante, para luego caminar de espaldas.

—Si quieres hazlo, pero no esperes que no te detenga.
—Estás huyendo de tu problema, no deberías haberle dicho eso al viejo...—dijo con fervor, mientras se ponía a su espalda para caminar de lado. Tenía las manos en sus bolsillos, pero decía con mucha convicción en lo que creía—. No puedes perder la cabeza por el enojo que tengas.

O eso es lo que le había enseñado en viejo Okazaki en sus clases de boxeo, la frustración y la rabia no eran combustible de luchadores, solo una mente afilada podía ganar una pelea difícil, los ataques coléricos solo funcionaban en la fantasía, pero un balance de emociones y una respiración enfocada podían destruir cualquier desafío.

—Y si no se iba ¿qué? —preguntó a modo inquisitivo, mientras se ponía a su lado para mirarle directamente al rostro—. ¿Ibas a golpear a un viejo enfrente de todo el mundo? ¿Ibas a tirar tu sueño por la borda? Tsk, eso es huir, baka.

Ahora fue cuando se adelantó, como cuando eran niños y Tanizaki se ofendía por una broma ajena, siendo su forma de defensa correr unos pasos
AiriSato · 18-21, F
—¿Quién está huyendo, Tanizaki?!— replicó molesta, levantando la voz y aún sin mirarle, aún con sus puños enrojecidos, aún con la mandíbula trabada. La limitada empatía del rubio se debía a su incapacidad de darse cuenta de lo difícil que le estaba resultando a Airi lidiar con la situación. Quizá él pensaba que diciéndole esas cosas la haría entrar en razón, pero tuvo justamente el efecto contrario.

—Ese imbécil terminó yéndose porque llegaste tú, ¿quién demonios huyo?— cuestionó entre dientes, con una voz que parecía un gruñido. Aún tenía los ojos cerrados, y luchaba por apaciguar sus respiraciones, para así volver a tener control de la situación.—
Por momento se sentía algo atemorizado, recordaba que Airi era gruñona y enfadona, pero esto parecía ser un nuevo limite más alto; parecía como si su impotencia se hiciera enojo. Había visto eso mucho, en sus peleas y en sus entrenamiento de boxeo. Fue ahí cuando recordó que ella, al igual que todos los Onis estaba compuesta por los mismos kanjis de feroz (鬼), sabía que eran bestias de dientes y colmillos, furia infinita. Toyo se mantuvó en su lugar, casi igual de impotente por no saber que hacer cuando ella se voltease ¿iba a golpearle también? Era su miedo, pero aún así, como era en los sparrings cuando uno se enfadaba, era el deber del capitán poner orden. Corrió detrás de ella.

─¡Oe! ¿Eso es lo que hace un servidor público? ─dijo mientras caminaba siguiéndola─. Airi-chan jamás huye de un problema así, vuelve.
AiriSato · 18-21, F
Estaba tan enojada que a penas podía contener su furia, esa sed de violencia que crepitaba desde sus adentros, y que bajaba por cada una de sus extremidades, que la incitaba a descargar todo ese enfado en lo primero que se atravesara. Sus dientes rechinaban y sus puños temblaban. Su vista seguía nublada, y la imagen de aquel rubio que permanecía rígido frente a ello parecía difuminada. Lo escuchaba hablar y hasta su voz parecía provocarla. No fue hasta que escuchó aquella frase final dicha en un tono firme y casi tranquilizador que pudo cerrar los ojos y romper ese contacto visual letal que tenía clavado sobre él.

Quizá Toyokuni sólo podía ver a una persona irracionalmente enfadada frente a él, y no podía tener ni las más mínima o remota idea de los difícil que estaba siendo para ella controlarse. No pudo decir nada, y con toda su fuerza de voluntad lo único que pudo hacer fue girarse para darle la espalda a él, a la par que intentaba controlar su respiración.
─Solo te estaba ayudando...─dijo sin entender porqué seguía enojada, las peleas solo duraban eso, luego todo pasaba. Toyo al igual que en el boxeo, entendía que el momento de tensión debía pasar una vez que te sacabas los guantes, no se podía mantener ese enojo. Retrocedió como pudo, pues solo oírle le intimidaba, guardó sus manos en los bolsillos para evitarse mostrar debilidad alguna o emoción similar.

─Tu también sueles hacerlo ¿y qué? Es lo que hay que hacer...─dijo con un acento firme, casi como el que usaba con su banda─. Un Kuro Hebi siempre ayudará a un amigo.

Add a comment...
 
Send Comment