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En su lugar, una sería y centrada expresión se adueñó de su rostro. Un radical cambio en el jovial caballero.

Se abría el telón, y los primeros impacto no se hicieron esperar. Aquella lanza fue sostenida por el medio de su asta para guardar balance en su primer golpe. Golpe que fue desviado hacia su izquierda, dejando que la fuerza externa y elmpeso de su hoja le guiasen. Un resultado totalmente predecible debido a la naturaleza de aquellas armas y su manejo.

No obstante, el flujo del encuentro no se detenía, pues ante aquel desvío, aquel caballero de gran tamaño aprovechó el momento, para continuar con un segundo ataque, empleando esta vez el extremo sin filo de aquella lanza. Un golpe dirigido al hemisferio de donde el golpe contrario se había originado para bloquear su primer ataque. Un golpe dirigido al costado izquierdo de aquel. Mientras tanto, sus piernas se separaron para tomar una mejor y más sólida postura para reforzar el ataque en progreso.

Por otra parte, el alegre semblante que Percival había adquirido al conseguir este amistoso encuentro, había desaparecido.[...]

como punto de soporte, así anunciando un rápido giro hacía atrás (siguiendo el sentido contrario de la aguja del reloj) aprovechando la exactitud de la estocada del caballero, así evadiendo el golpe al retroceder su cuerpo, en dicho giro blandió su espada de dos metros de una forma absolutamente violenta pero ágil, dado que el golpe lateral fue recargado con una velocidad adquirida del giro de Aidan, y que cuyo objetivo fue la base de la pierna derecha de la cual se anunciaba que podía ser un apoyo para el ataque frontal del cual había sido victima. La espada empuñada en su mano izquierda cortó el aire de forma lateral, dotado por su amplio giro, así como el peso y propia envergadura del arma. Meramente mantenía su mano diestra alzada para mantener el equilibrio, conservando en esa postura encorvada el centro de gravedad de su postura de ataque.—

—El enemigo era mucho más grande, eso era una certeza, tratándose de un coloso honorable él no debía de escatimar sus habilidades o terminaría, con seguridad, atravesado por aquella lanza.
Tomó la gran Claymore entre su mano izquierda, y de un segundo a otro sus ojos se entronaron fijos en la figura ineludible del gigante, pero solo lograba verse en ellos un dejo de hastió rojo, él no era un guerrero hambriento de batallas o logros, era un sirviente de su pueblo, un ser acostumbrado a lidiar con la muerte, por eso no temía ni dudaba, si podía terminar todo con un giro de su espada.

Con un sagaz movimiento uso su pierna izquierda...

Aquel gigante bonachón, pues realmente lo era, mantuvo aquel sonriente gesto complacido por poder tener una oportunidad medir fuerzas con aquel caballero. Sabía que tendría gran control pese a su estado con la bebida, muchos guerreros lo eran, incluso le recordaba a los sajones que invadían Bretaña. Retrocedió un par de pasos, observando como blandía aquella pesada espada; él por su parte desenfundó de su cintura una espada, o eso parecía, pues de su hombrera izquierda extrajo un él hasta para una lanza, para finalmente conectarla con aquella espada y formar aquella lanza de la cual había hecho mención.
— Que nuestros aceros resuenen, y nuestras almas alcancen la dicha a través del combate. — Completó para finalmente dar inicio tomando su arma y dirigir una estocada hacia el contrario.

—Parecía un fino caballero del Sur, y él, como la gente de los brezales ha vivido y ha morido por, para y en la batalla, así era su pueblo nómade. Él se irguió, alzando aquella pesada espada como si fuese liviana cual hoja, carente de funda, la misma poseía una exquisita aleación de acero enano negro, con piedras rojas incrustadas en él— Si tu interés es la batalla ¡Pues bien! Pero te he advertido que mi gente pelea, y pelea bien, Sir Percival. Desenfunda, buen hombre, es la hora.

Mantuvo firme su postura, aún pese a que el contrario irradiaba cierto hedor a alcohol ñ, pues era evidente que se encontraba bajo la influencia de dicha bebida. Aquel mantuvo su semblante sereno y animado. — Usted no me conoce y yo tampoco a usted, pero es posible conocernos a través del combate limpio y justo. Soy el que ostenta el segundo asiento de la Mesa Redonda, caballero sagrado de la Paloma y portador de la segunda lanza sagrada; Sir Percival de Gales.— Respondió con orgullo.

—Repitió aquella frase en el sopor de una muy ebriedad escondida, sus ojos enrojecidos (como todo en él) y puestos en el caballero ajeno. Aidan yacía abrazado a la gran claymore— ¿Cruzar espadas, dices? No eres conocido, ni tampoco un enemigo. La gente de los brezales es temida, no es común que un forastero busque probar su suerte así... ¿Quién eres?

— No conozco las tierras de las que usted habla, caballero. Pero es grato ver que aún haya gente de tales principios rondando por este mundo. Más grato aún será el poder cruzar espadas con usted.