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NullNull · M
[code]Aquellos que desobedecían la ley eran castigados a mano dura, dependiendo la gravedad de sus crímenes; dispararle o atacar a uno de los héroes era una falta muy grave. Apenas logró esquivar la flecha, eso lo asustó, era la primera vez que recibía un ataque de una mujer.

¡¿Qué diablos haces?! ¡¡Casi me matas!!

Chilló como todo niño desesperado por "casi morir", llamando la atención de su mentor por medio de la radio de comunicación, pero entre medio de su repentino fastidio no logró responder a su llamado. Se dirigió a la mujer.

No puedes portar armas peligrosas en la ciudad, espero que tengas papeles para esa cosa, porque sino tendré que llevarte a la cárcel... No... ¡Vendrás conmigo! ¡Pretendías golpearme con eso! ¡Eso es romper con la ley! —[/code]
**En ése momento, la Reina de Terrasen, junto con su corte se encuentran de "invitados" de una dimensión que para ella es desconocida y, por la ciudad, la encontraría parecida a uno de los mundos por los que cayó cuando destruyó aquella entrada del Wyrd.
En esos días, ellos no pueden salir a su natal Erilea, ya que, de hacerlo podrían desequilibrar las reglas del Wyrd, por lo que esperarían unos días.
Para matar el tiempo, la fae de fuego optó por practicar un poco con el tiro con arco, algo realmente relajante para ella.
Sin embargo, al escuchar aquel grito, proveniente de alguno de los habitantes de ése mundo; el repentino desconcierto, la obliga a usar sus reflejos y disparar la flecha hacia un árbol grueso, y evitar herir al extraño.**
¿Qué...? **Es lo primero que pregunta, al ver al hombrecillo.** ¿Quién dice~?
NullNull · M
[code]El patrullaje no se le daba bastante bien, caminar por las calles, vigilar y ayudando a las ancianas a cruzar las calles era fastidioso para el joven rookie. Él necesitaba acción, luchar contra monstruos, patear traseros, no eso. La normalidad lo tenía loco, ansioso y sobre todo inquieto, pero entre sus caminatas pudo ver a una mujer rubia portando un arma bastante antigua para su tiempo, preguntándose si de verdad esas cosas las vendías en algún mercado extraño.
¡Algo sospechoso! Pensó. No perdió el tiempo, corrió hacia ella para llamar su atención, a riesgo de ser imprudente o herido.

¡Alto ahí! ¡No tienes permiso para hacer lo que haces! —[/code]

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