La rodeó con uno de sus brazos, acercándola. —¿No sientes que es extraño tener tanta paz?— Giró su cabeza ligeramente, sus ojos azules se fijaron en las exóticas pupilas de la felina. Sonrió de costado, estaba a punto de decir algo bobo. —...Confieso que me gustaba un poco cuando intentabas matarme. Luces atractiva cuando eres aguerrida.