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Dedos delgados tocaron la piel del rebelde mucho más tiempo de lo anticipado, arrastrando así su cuerpo a reaccionar presa de los más desagradables instintos. La sensación de vacío en su estómago acabó por cansarlo.
Adam la quería lejos de sí, y que su orgullo no se manchara cediendo —aunque fuera involuntariamente—ante los deseos de la persona hacia quién tanto odio profesaba. Su control (consideraba) era impecable: pero del mismo modo que vio en rojo aquel día que se dejó llevar por la ira, un desliz podía tener cabida.
Vuelta una línea neutra, sus labios se tensaron, y Adam hizo un suave sonido resultado del estrés. Dejó de darle importancia a sus provocaciones, y permitió a sus manos viajar hasta la altura de su cintura, dónde apretó el límite de sus costillas con ambos pulgares antes de forzarla a bajar. Al mismo tiempo su cuerpo se irguió, independizándose de su trampa.—Es suficiente.—esperaba la presión en su vientre la resintiera día y noche.
Adam la quería lejos de sí, y que su orgullo no se manchara cediendo —aunque fuera involuntariamente—ante los deseos de la persona hacia quién tanto odio profesaba. Su control (consideraba) era impecable: pero del mismo modo que vio en rojo aquel día que se dejó llevar por la ira, un desliz podía tener cabida.
Vuelta una línea neutra, sus labios se tensaron, y Adam hizo un suave sonido resultado del estrés. Dejó de darle importancia a sus provocaciones, y permitió a sus manos viajar hasta la altura de su cintura, dónde apretó el límite de sus costillas con ambos pulgares antes de forzarla a bajar. Al mismo tiempo su cuerpo se irguió, independizándose de su trampa.—Es suficiente.—esperaba la presión en su vientre la resintiera día y noche.
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