Emuló un vago sonido sin distraerse de su pequeña labor hasta que vio la moneda de oro sobre la mesa. Fue allí que se percató de los cuernos en la cabeza de la desconocida no humana. —Si se trata una cacería, bajo contrato. Si es algo diferente, podemos discutir el pago luego. —Adam terminó de contar y guardó la bolsa en su cintura, tomó la moneda que le dio la mujer y se la arrojó al cantinero—. Una botella de vino. Trae dos copas. —Interesado por esta peculiar existencia, Adam se hizo aun lado para tomar asiento—. Mi código es solo asesinar bestias que atenten injustificadamente contra los humanos. Si tus motivos tienen razón de ser, no tengo por qué detenerte. He visto Vampiros con más ética que sacerdotes. A diario descubro que el verdadero monstruo está oculto y fuera de la vista de muchos.