—Y aún así te resistes a desaparecer... ¿no es eso irónico, caballero? —Habló con evidente malicia en el tinte terso de su voz; agachándose lo suficiente para con ambas manos, sujetar el rostro ensangrentado de Saber con suma lentitud y delicadeza, con lástima implícita en su tacto y acción.— Dime... ¿cuánto podrás resistir antes de pedirme clemencia? —Rió sin intención alguna de ocultar su diversión a costa del sufrimiento del Servant, pues en ese momento la densa neblina de veneno acrecentó, veneno de Hidra. Cada gota de agua, cada recoveco y espacio era tomado por el veneno, incluso ella misma.— ¿Qué te mantiene en pie, Caballero de la traición? —Susurró con sobre actuada dulzura, tan cerca del Servant como para no perder detalle del agudo dolor que causaría su Noble Phantasm, quería verla sucumbir, escuchar sus gritos desesperados ahí, cara a cara. Había algo más en Saber que le hacía pensar que su determinación no era sólo por el Grial, quería {...}
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La sangre que brotaba de una herida en su frente y recorría su rostro llegó hasta sus labios. El sabor metálico y las palabras amargas de la bruja hicieron que Mordred, a pesar de su estado decadente frunciera el ceño y le dedicara una mirada llena de desprecio.
—Perferiría desaparecer de este mundo antes de servir a una mujer despreciable como tú.— Escupió las palabras como el veneno de una serpiente. Esos ojos... esos terribles ojos ya la habían mirado antes, en otra vida. Alguien igual a ella que deseaba que le sirviera, alguien a quien había seguido ciegamente y cuya traición pesaba aún en sus memorias.
— Tu orgullo es adorable... Lo será aún más cuando lo tengas quebrado bajo mi mano, cuando la sangre de tu Master cubra tu espada... Soy la mejor opción.
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—Así fueras la última de las opciones, jamás me arrodillaría ante ti.
