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¿Cómo rayos había terminada metida en un lío de tal magnitud? ¿Cómo pudo ser tan estúpida para arriesgarse por el motivo más ridículo? Sentía una enorme frustración, casi rayando con el odio. ¿Salia la pena todo esto? Sí, la estúpida había sido ella, llegando a tal extremo por el bien de su diplomacia. O al menos así se justificaba Lenore a si misma. Su simple expedición en búsqueda de lo que pudiera complacer los extraños gustos de Héctor la había arrastrado hasta ahí, en el exterior del castillo, encerrada en una catacumbas con Alucard al menos en lo que se volvía a ocultar el sol.
— No se que tan buena idea sea que nos estén buscando, ¿sabes? No quiero ni imaginar el regaño de Carmilla. —
Espetó, molesta con el mundo por su propia mala decisión. Hasta podía imaginar las palabras exactas que su hermana utilizaría para hacerle ver su error. Recorrió entonces el interior del lugar, buscando algún rincón dónde poder descansar, lo más alejada posible de su inoportuno acompañante.
ATs1582987 · 26-30, M
No recordaba una tormenta tan catastrófica como la de la noche anterior, tan repentina y caótica como las mareas destructivas que ocasionaba su padre.

Una pequeña travesía oculta los puso a ambos allí, lejos del castillo y con los caminos destrozados por el agua. El tiempo los perseguía, y no tuvieron más opción que buscar refugio... O al menos ella, la protectora de Héctor. Encontró curioso que todo ese riesgo fue por él, y se unió a ella para explorar el exterior y obtener información o suministros.

El amanecer se aproximaba, así que registró el lugar hasta encontrar dónde ocultar a Lenore, dando con catacumbas abandonadas. Aseguró la puerta desde adentro, y por suerte no había ventanas allí.

— Deben estar buscándonos. — Dijo, haciendo rollo su capa y exprimiendo el agua.

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