Los escondites se le estaban acabando. Después de todos los problemas en los que se había metido, las malas compañías y las maldiciones que había acumulado su círculo de aliados se redujo a cero, y era hora de buscar un comienzo nuevo. Oportunamente recibió una invitación. Las coordenadas la llevaron a Seraph, una ciudad oculta bajo tierra predominada por vampiros, rebosante de conocimiento. Con tan sólo una bolsa vieja trasladó su domicilio al sitio, donde le habían preparado una habitación en un edificio compartido para visitantes. No estaba mal. Después de dormir y despertar cepilló sus.
Ella estaba realmente emocionada con el cigarro. Incluso lo miraba mientras se consumía, luego lo apartaba al sostenerlo con dos dedos como pinzas. Mientras reía expulsó otra nube de humo.
Ella lucía descuidada. Ni siquiera se había atado los cordones de los botines, la camiseta negra parecía puesta al revés ya que tenía la etiqueta sobresaliendo por la clavícula, no se había cepillado el cabello. Y así lucía tan cómoda, tan relajada mientras caminaba con él, tan sonriente.
— Soy una aprendiz. Este lugar puede ser seguro para algunas personas como yo, aunque no lo parezca. ¿Vienes por ese mismo motivo? —
