si,estoy aqui por lo mismo que tu, pero la diferencia,es que yo tengo esto.

-enseño el Necronomicon sin pena,debia mostrarlo para que entendiera la importancia de la situacion,el libro era lo que aparentemente lo hacia "especial"-

Esto puede ayudarnos a ambos,si quieres aprender lo mismo que yo,¿No?

Ella estaba realmente emocionada con el cigarro. Incluso lo miraba mientras se consumía, luego lo apartaba al sostenerlo con dos dedos como pinzas. Mientras reía expulsó otra nube de humo.

Ella lucía descuidada. Ni siquiera se había atado los cordones de los botines, la camiseta negra parecía puesta al revés ya que tenía la etiqueta sobresaliendo por la clavícula, no se había cepillado el cabello. Y así lucía tan cómoda, tan relajada mientras caminaba con él, tan sonriente.

— Soy una aprendiz. Este lugar puede ser seguro para algunas personas como yo, aunque no lo parezca. ¿Vienes por ese mismo motivo? —

Me seria util, rechace varias veces la invitacion, pero el libro me sugirio que lo hiciera y por eso estoy aqui, solo quiero aprender.

-de igual forma continuo fumando pero con mas ganas que al principio,la mujer lo hizo poner bastante nervioso por la actitud que tenia,le producia algo raro, no sabe como describirlo.-

¿Tu eres una de ellos? ¿Eres un vampiro o solo eres otro aprendiz?.

Tomó el cigarro y fue necesario sólo chasquear los dedos para crear una llamita de color negro, la cual encendió el tabaco y tras aspirar un poco encenderlo. El fuego se disipó cuando agitó la mano a un costado propio. — Meh ... Digamos que si hemos llegado a este sitio es porque no somos santos. Saben que somos unos exiliados tan necesitados como para venir aquí. — Y tomó una pausa para disfrutar del tabaco, lento y prolongado. Cuando soltó una nube de humo sonrió satisfecha. — Pero tú si que eres un santo por proporcionarme un pedacito de cielo. ¿Buscas a esos carniceros? Oh, te llevaré allí. —

-tomo uno y lo ofrecio hacia la contraria ,no le agradaba mucho que le pidiera un cigarro de forma tan desesperada y sobre todo luego de tratar de fingir una entrada tan amigable-

Te lo dare,pero tienes que decirme donde esta la Forja,por eso estoy aqui,para aprender el oficio de maestro forjador.

Todo sus planes se olvidaron cuando vio que él tenía una cigarrera llena de tabaco. Era su vicio, su pequeño lujo, y como hasta la fecha no había visto ni una sola tienda donde pudiera satisfacer esa egoísta necesidad cambió su actitud indiferente a una totalmente amigable. — Oh, claro que quería disculparme, no tenía ni idea que ibas pasando por ah- ... Ah, joder. Regalame un cigarro, por favor. — No pudo controlarse. No cuando el claro y fuerte olor comenzó a llenar su olfato.

-La aparicion de quien fue la causante de la muerte prematura de su cigarrillo no detuvo su andar, el pelinegro estaba decidido en recorrer el lugar,queria buscar sobre todo en donde estaria el cuarto dedicado a el forjado de demonios,eso era su mision principal-

¿Vienes a escupirme mas agua o a disculparte?.

-saco su cigarrera de oro para hacerse con un cigarrillo nuevamente, uno normal,los tipicos blanco con naranja-

Qué buen comienzo había tenido. Volvió a tomar agua y enjuagó su boca una segunda vez, pero ahora tuvo la precaucion de tirarla en el lavabo. Colocándose su ropa a brincos salió de los departamentos a buscar al chico por dos razones. La primera era para disculparse, la segunda era que por como pintaba el panorama cualquier aliado normal sonaba bien. — Hey...! —

-Hay cosas malas que pueden pasarte, pisar la caca de un perro,que tosan frente a ti o incluso que un pajaro cague en tu cabeza,pero Thomas no esperaba que solo un chorro de agua cayera sobre el dandole fin a su cigarro,solo detuvo en seco su caminar y escupio el cigarro,a los pocos segundos retrocedio para poder alzar la vista a quien habia provocado aquella desgracia anti higienica,al parecer una mujer se habia asomado,compartio la mirada de sus ojos azules con aquella mujer unos segundos antes de retomar su caminata adentrandose en aquel aparente castillo subterraneo-

No sera como esperaba, dijeron que aqui podian enseñarme a ser un forjador no que iban a escupirme agua.

-el libro reia a carcajadas mientras que el pelinegro sacaba unos pañuelos desechables con los cuales limpiaba su rostro y parte del cabello-

Mientras seguía con su monótona tarea matutina pudo ver a algunas chicas que volvían del exterior. Estaban arregladas para salir de noche, olían a alcohol y caminaban con ritmo tambaleante. Casi se aproxima a preguntarles dónde podía encontrar licor, cuando miró en sus cuellos repetidas marcas de mordiscos... Habían sido un bocadillo. Antes de atorarse con la pasta de dientes tomó agua en su boca, enjuagó el interior y se acercó a una ventana a escupir.
Qué buena puntería tuvo al ver que el agua cayó justo en la cabeza de un peli negro que iba pasando. — Oh rayos... —