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Los escondites se le estaban acabando. Después de todos los problemas en los que se había metido, las malas compañías y las maldiciones que había acumulado su círculo de aliados se redujo a cero, y era hora de buscar un comienzo nuevo.
Oportunamente recibió una invitación. Las coordenadas la llevaron a Seraph, una ciudad oculta bajo tierra predominada por vampiros, rebosante de conocimiento. Con tan sólo una bolsa vieja trasladó su domicilio al sitio, donde le habían preparado una habitación en un edificio compartido para visitantes.
No estaba mal. Después de dormir y despertar cepilló sus.
 
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ATIZE · 36-40, F
Todo sus planes se olvidaron cuando vio que él tenía una cigarrera llena de tabaco. Era su vicio, su pequeño lujo, y como hasta la fecha no había visto ni una sola tienda donde pudiera satisfacer esa egoísta necesidad cambió su actitud indiferente a una totalmente amigable. — Oh, claro que quería disculparme, no tenía ni idea que ibas pasando por ah- ... Ah, joder. Regalame un cigarro, por favor. — No pudo controlarse. No cuando el claro y fuerte olor comenzó a llenar su olfato.
 
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