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Pasaron siete años después de la destrucción de Gawar. Cinco después de la muerte de su compañero de batalla. El mundo se administraba en base a prioridades diferentes pero con el mismo esquema de todas las generaciones: El rico siempre aplastando al pobre. La Orden seguía protegiendo los recursos no renovables, ignorantes de la existencia de Atize, una criminal clasificada como terrorista desde que el pozo petrolero fue bombardeado trágicamente.
Pronto nacieron más criminales, tantos que Atize poco a poco fue olvidada. Eran seres principalmente dedicados al robo de combustible para los...
 
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DanHarper · 100+, M
Sí que estaba mal, aún así admitió que era buena con la capa que tenía. De todos modos, un disparo de un desconocido acabaría con su vida, no se encontraba muy preocupada por sí misma. Ahora comprendía el por qué lo enviaron específicamente a vigilar.

A la llegada sobre el interior, expresó con conformidad su cuerpo, tan sólo de sostenerla pudo alcanzar la luz e iluminar los alrededores. Desde ello ya era especial el hombre, lo que lo llevó a acostarla sobre la cama en reposo fijo. Con rareza asentía a la confianza con la mujer, por qué a pesar de que ella no sabía de su existencia, Søren podría conocer cualquier cosa de la dama, tema que le hizo despojarse de su chaqueta y sentarse al conjunto, en una pequeña silla.

- Creo que estarás segura aquí. -
ATIZE · 36-40, F
Realmente no estaba escuchando. Le sonreía adormilada, torpe. Su alcoholismo la estaba llevando a un modo automático donde tan sólo pretendía escucharlo por amabilidad, pero poco a poco sus neuronas se iban apagando hasta restarle intelecto. Sin soltar su careta de trabajo fue saliendo del callejón, caminando cuesta abajo hacia el espacio que solía rentar para si misma.

- Ah, un placer Amren. Me llamo Lydia.

Atinó por suerte a decir su nombre falso. Con las habilidades de un ciego llegó a su hogar, el cual después de sacar las llaves del interior de la careta le dio una dura batalla con el cerrojo, pues no atinaba a introducir la llave en el espacio.

- Ah, joder... ¿Cuándo desapareció el hoyo?
DanHarper · 100+, M
Extendió casi al instante la mano hacia la mujer, con cierto apoyo en su postura, así podría sostenerla y reanimar almenos un poco su caminata. El detalle fue el siguiente, su tatuaje en el cuello y la simbología debajo de él, un Rubí rojo, con la palabra Six en la calavera conjunta, el cual parecía ocultar por el cuello de su chaqueta, tonto fue al desprevenirse y permitirle ver aquello.

- Soy Søren, un placer. -


Diría bien que estaba en riesgo, pero a la vez no, su actitud dependería de como la mujer repercutara acción, si bien sabía en el informe que era poderosa, relataban más arriesgado a su compañero, incluso a la fecha, se desconocen los detalles sobre el propio Søren, lo que vuelve a los tres, casi lo mismo en documentación. Pero dejando de lado, la formalidad, los protocolos y la inminente llegada, sólo dedicó una sonrisa y aplacó el músculo esperando.
ATIZE · 36-40, F
Estaba ocupada escupiendo al bote de basura los últimos vestigios del vómito cuando sintió un inusual tacto en sus caderas. Se sobresaltó y pegó un brinquito por la sorpresa, girándose para ver al ser y automáticamente generar una expresión de asco al torcer los labios. La visión del hombre no duró demasiado, un par de segundos y lo vio volar al suelo, golpeado por un segundo hombre que le dio tanto miedo como el primero.
Todavía vestía su uniforme de trabajo: un traje de soldadura completo que había abierto para dejar colgar la mitad por la cintura, sólo portando un sujetador deportivo en el torso. Zapatos de seguridad y traía una careta en la mano, usada a modo de canasta para portar un par de guantes. Apoyó una mano en la pared para no tambalearse en su esfuerzo de lucir lo más ruda posible.

- ¿Hm~? ¿Luzco como si estuviera bien...? Gracias por la ayuda, pero ... ¿Quién eres?
DanHarper · 100+, M
Cinco años de trabajo, de espía ya había pasado a escolta una vez siguió la contundente caminata hacia aquel, dada razón de alarma al portarse más agresivo y manosear a la agente por las caderas.

¿Qué decir del explosivo Søren? Mientras caminó por el sendero de pavimento, bastó con bajar la muñeca y medianamente la postura, para retomar del suelo una llave de acero, y alzarla contundentemente contra el cráneo del supuesto agresor. Quizá se le pasó la mano, pero la valía que descartó su objetivo sobre el suelo, le dieron más razones para desentonar la bota a su nuez de Adán y desistirle la idea de pararse. No mucho tiempo tomó con él, hasta que regresó la mirada a la mujer y le ayudó a reincorporarse.

- ¿Puedes caminar? -
DanHarper · 100+, M
Tantos sucesos en el mundo, tanta frecuencia en las noticias, tanto mal causado a base del mero negocio, incluso para alguien como Søren, le era repugnante saber que vivía en ese tipo de sociedad, la cual, a pesar de que él se entregó a su servicio, le agradecía de esa forma. Sus logros se medían a base de heroísmos, actos de guerra, y uno que otro acontecimiento más, por lo cual, no entendía el por qué lo enviaron a espiar a aquella mujer, durante cinco años.

- Eh, ¿Estás bien? -


Habría pronunciado un hombre de no más de treinta años, que a malas espinas, portaba ropa holgada, tatuajes, y uno que otro tapón por el cabello. Claro, que al ser un espía no podría intervenir en una situación de ese calibre, magnitud de lo que ella estuviese consumiendo. Así que agarró el forro de sus guantes y se sostuvo contra la pared del callejón obscuro.

- Hey, te estoy hablando. -


Uh, vaya error. Aquel descuido del calvo le costó...
ATIZE · 36-40, F
se hundía en alcohol y dormía. Algunas veces variaba a otros bares, pero siempre volvía mínimo dos veces a la semana al "Infierno", un modesto bar cerca de la catedral, pequeño y discreto. Subía al segundo piso con sillones de diferentes tamaños y colores, tan cerca que en ese pequeño cuarto todas las mesas solían conversar casualmente y relacionarse con desconocidos.
Pasaba buenos días ahí, hasta que debía volver a casa y regresar. El tequila esta vez le jugó una mala broma y la hizo lanzarse a un bote de basura en donde vació el contenido de su estómago. Afortunadamente la calle era silenciosa, nadie la había visto.
ATIZE · 36-40, F
ricos, o para los pobres. La mejor moneda de cambio era el petróleo, la gasolina. Ya era acostumbrado poder obtener víveres después de ordeñar un ducto de forma clandestina, como era bien conocido en México. Si bien antes la gente podía hacerlo cuando quisiera, ahora era legal disparar siquiera a quien osase acercarse al territorio para hacerlo.
Eligió uno de esos lugares para vivir. Un pequeño pueblo en Guanajuato, llamado San Miguel de Allende. Lo suficientemente turístico para encajar sin demasiadas explicaciones, pues la gente solía retirarse a vivir pacíficamente por esos lares.
Encontró trabajo a las afueras, en una nave de soldadura y forja. Observó al encargado por días, y al ver que era de fiar le enseñó su fuego negro. A cambio de una moderada paga y protección pudo trabajar allí, cortando fierros y soldando al crear un soplete con las llamas de sus dedos. Llegó un momento donde lo encontró divertido.
Su rutina era la misma. Trabajaba, encontraba una cantina barata...

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