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La nueva división ofensiva de la Orden del Rubí, así les habían llamado. Mientras que ya existía un número uno antes de siquiera fundar esa sección, al abrirla le correspondió el número dos, y a su compañero el tres. Al parecer había planes de seguir haciendo crecer esta iniciativa, pues cada vez eran más los casos sobre seres sobrenaturales fuera de control.
El anonimato de estos individuos solía ser primordial, con una coexistencia respetuosa con los humanos. Algo ocurrió, algo grande, y todo se fue al demonio.
El último caso había sido en la ruta nocturna del metro. Solía desaparecer una.
 
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ATIZE · 41-45, F
Si bien la barra los mantenía más cerca de las bebidas, no esperaba que el barman fuese discreto con lo que fuesen a conversar. Buscó entonces el sitio más lejano a las personas, una mesa en uno de los rincones interiores, a las que se condujo de inmediato. Se tumbó en una silla y recargó la espalda, suspirando con cansancio al sentir cómo descansaba la postura.

El mesero se acercó puntual, y atinó a pedir dos órdenes de tacos y una botella de tequila de buena calidad. Lo primero en llegar fue la bebida, acompañada de dos tequileros y un plato con limones partidos en gajos y un salero.

Rellenó los vasos con generoso líquido, benditos viáticos con los que viajaban. Con una mano se apropió del tequilero y con la otra de un limón salpicado de sal.

- A tu salud, compañero.
 
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