La nueva división ofensiva de la Orden del Rubí, así les habían llamado. Mientras que ya existía un número uno antes de siquiera fundar esa sección, al abrirla le correspondió el número dos, y a su compañero el tres. Al parecer había planes de seguir haciendo crecer esta iniciativa, pues cada vez eran más los casos sobre seres sobrenaturales fuera de control. El anonimato de estos individuos solía ser primordial, con una coexistencia respetuosa con los humanos. Algo ocurrió, algo grande, y todo se fue al demonio. El último caso había sido en la ruta nocturna del metro. Solía desaparecer una.
Como bien aclaraba su compañía horas anteriores, partirían temprano, lo suficiente como para alarmar la puntualidad de V, pero estas preocupaciones desaparecieron al dejar a su compañera sobre la habitación, sabía que estaría segura, eso le daba calma.
- Dulces sueños. -
Dijo a las anchas después de abandonar su habitación, el tiempo era monótono, el clima más, hacía un frío cálido, pero estremecedor a quién estuviese descubierto. Los hechos llegaron cuando abordó el cuarto y se desnudó, tirando sus armas al piso, el gabán a la cama y su propio cuerpo en una tina llena de agua caliente. En ese momento, en ese preciso momento, supo que finalizó el trabajo.
Llenó los pulmones de aire y tomó valor para moverse. Dejó el dinero de la cuenta sobre la mesa y se aferró al antebrazo del otro con una mano, luego usó la otra para sostener la botella.
La verdadera misión fue lo difícil que le fue llegar al hotel cercano al aeropuerto. Ni siquiera se cambió, apenas entró en la habitación se tumbó en la cama, en una postura torcida y con todo y calzado. Automáticamente cuando su cabeza tocó la almohada cayó en un sueño profundo, con la boca lo suficiente abierta para empapar la almohada al día siguiente.
Pero no importaba, su cuerpo se sentía bien, flotaba. Y esta vez dormir no atrajo pesadillas ni malos recuerdos.
Él asentía brevemente, también estaba ya en un tono superior, pero no más que ella, eso se notaba a la hora de caminar, apenas veía borroso y mareaba, pero no decaía ni mucho menos. Entre ello, sonreír no le faltaba, con las pintas de un borracho, daba más risa a pesar de su seriedad normal.
- Bueno bueno, como desees, pero al menos tomate de mi brazo, parece que vas a desmayar. -
Él habría comentado esto antes de tomar su gabán con el brazo zurdo y pasarlo hacia la espalda, con un jalón suave sobre el hombro izquierdo, así dando libertad a su brazo derecho en forma de triangulo, ideal para que entrase la mano de su compañera.
Rodó los ojos hacia arriba con una sonrisa. Ella todavía podría darle más imaginación a las funciones de esa lengua. Cuando volvió a enfocar la mirada en el otro sintió dificultad para hacerlo. ¿Cómo no iba a suceder? Si ya llevaban la segunda botella a medias entre los dos.
Terminó su último vaso y después sujetó la botella por el cuello. Buscó ponerse de pie y lo logró con torpeza, casi tirando su plato al poner accidentalmente la mano sobre la orilla y hacerlo girarse con los restos de la comida.
- Esta es para el hotel .. Me niego a que me cargues.
Ya se le notaba en un tono bastante amigable a V, no paraba de sonreír, comer, beber, incluso voltear a ver a los mariachis, a este ritmo de la noche, ya tenía un sombrero bordeado en flores y colores varios, parecía un charro extraño con ese pelo blanco. Sintió la leve patadita, y con una sonrisa expresiva, contestó.
- Una respuesta difícil de responder, pero seguramente alguna obscenidad. Es lo único que se me viene a la cabeza ahora mismo... Aunque también para acabarme los rincones que queda en el yogurt. -
Tomó otro shot después de dar su explicación tan rara, pero igual se burlaba de la burrada que acababa de decir. Le bastó calmarse con una bocanada a su taco y seguir bebiendo, se lo estaba pasando bien, para resumir.
Ese primer shot fue como un brindis, la celebración de haber terminado la primera misión juntos. Supo tan suave por su garganta que no tardó en rellenar el siguiente, y entre chupar limones y sal, los minutos pasaron.
Llegó un momento donde cada shot era acompañado de risas de la pelinegra, interrumpidas por mordiscos a los tacos al pastor frente a ella, que parecía querer engullir de una sola, aunque al final se reunía y masticaba con torpeza. Cuando finalmente tragó el bocado, echó otra risilla y levantó su tequilero.
- Y entonces ahora que lo pienso ... ¿No sería una fortuna tener una lengua así de larga? ¿Qué harías tú con ella, eh, tres~?
Por debajo de la mesa le dio un empujoncito pícaro a uno de sus pies, moría por escuchar una respuesta a tan estúpida pregunta.
Comprendió la lógica de su compañera a la hora de elegir el lugar mas lejano, claro que la siguió, aún con la interacción de sus piernas conjuntas a los zapatos, en una primera estancia, mientras ella se sentaba, él retiró el gabán de su cuerpo, lo acomodó a un lateral del perchero y suspiró.
Seguido a que el pedido fuera hecho, se dejó caer de bruces sobre la silla, con la corbata deshecha, la camisa semi abierta y los ojos empapados de tranquilidad. Con asombro contuvo la notoriedad de los tacos, el tequila, el salero y los limones tan vistosos, casi ceceantes y apetitosos.
- Salud, Dos. - Embarnizó su dedo con sal, lo relamió con los labios, luego tomó el shot de tequila, y por último, chupó el amargo limón.
El licor tan plácido recorrió su garganta, su cara ni siquiera se inmutó, sino hasta que chupó el limón y cerró suavemente el ojo derecho, a todo esto, devolvió la copa sobre la mesa, sonrió a su compañera y descansó la respiración.
Si bien la barra los mantenía más cerca de las bebidas, no esperaba que el barman fuese discreto con lo que fuesen a conversar. Buscó entonces el sitio más lejano a las personas, una mesa en uno de los rincones interiores, a las que se condujo de inmediato. Se tumbó en una silla y recargó la espalda, suspirando con cansancio al sentir cómo descansaba la postura.
El mesero se acercó puntual, y atinó a pedir dos órdenes de tacos y una botella de tequila de buena calidad. Lo primero en llegar fue la bebida, acompañada de dos tequileros y un plato con limones partidos en gajos y un salero.
Rellenó los vasos con generoso líquido, benditos viáticos con los que viajaban. Con una mano se apropió del tequilero y con la otra de un limón salpicado de sal.
[i]El silencio que se percataba a dar, era algo fúnebre, pero el hecho de que V sintiera presión al ser visto, no le molestó, al contrario, le era agradable notar sonreír a las personas, ya que, de donde era, la mayoría del día era gris. Entre ello, solo sintió como Dos le jaloneaba la manga, él volvió de su trance y contestó.
- Bien, bien... Vamos a ello. - Con una suave sonrisa dio expresión a los ojos abiertos, leyendo con seguridad lo mismo en la pizarra.
La entrada del lugar era muy alegre, fue cliché decir que habían mariachis tocando en vez de una banda de rock alternativo, eso fue un puntazo al lugar, las guitarras razgando, el buen ambiente y las personas bebiendo, le llenaron el iris.
- Anda... El que cae primero, cuida al otro. - Dijo en referencia a la borrachera, aunque no sabía del aguante de la mujer, el tampoco se quedaba atrás. - ¿Donde prefieres sentarnos? - Volteó a la barra, luego a la mesa y por último a la terraza.
Siguió limpiándose el cuello con el pañuelo prestado, el cual guardó en su bolsillo. Lo lavaría y lo regresaría después, o quizás lo perdería, no tenía idea. Cepilló su cabello con los dedos y se aseguró de cubrir su ojo de piel quemada, si bien no le importaba mostrarlo estaba segura que ya eran lo suficientemente sospechosos por ser extranjeros.
Pudo vislumbrar un lugar en específico, esa clase de sitios con los que se siente una conexión automática para la fiesta. Tenía una piña de luz led en la entrada, de nombre "El Mojito", pero mejor aún pudo leer en una pizarra con gises de colores "Shots 2x1". Le tomó por la manga a Tres y se apresuró al lugar.
- Vamos, tenemos tiempo, se supone que vendrán mañana temprano por nosotros.
