Con tan solo ver la determinación en los ojos de Anak Su Namun, supo que esas palabras serían poco menos que inútiles. Tras echar un rápido vistazo atrás, midiendo la distancia que le quedaba antes de que su espalda chocara contra la pared, Nicolas trató de tomar las riendas de la situación nuevamente, sin saber cuánto éxito tendría en ello.
¿Cómo podría demostrártelo...? Supongo que cuando estemos en combate podrás verlo por ti misma...
No bastó con que su mano estirada fuese ignorada; ahora, Anak Su Namun se dirigía hacia él, y a ojos de Nicolas se veía fascinante, seductora; como una tigresa acechando con paciencia, a pasos cortos pero sin quitarle el ojo de encima a su presa. Merced al exilio que él mismo se había impuesto, hacía largo tiempo que no tenía contacto con otras personas; además, su devoción al estudio y su hermetismo lo hacían aún más vulnerable cuando de mujeres se trataba. De ahí que, sin pensarlo, diese un paso atrás cuando sintió a la chica demasiado cerca; una vez más, acusó un rubor ligero en sus facciones, y su sonrisa, que antes intentó ser confiada, volvió a ser marcada por la agitación.
P-pero, se supone que tú debes obedecerme...
Un argumento débil, sin duda; pero el primero que le vino a la cabeza. A pesar de su inmenso poderío, las reglas eran las mismas para él: solo tres hechizos de control.
No evitó la carcajada que brotó de su garganta ante tales palabras; su máster tenía toda la pinta de ser una especie de niño y, si bien no era el hombre que esperaba, Anak Su Namun debía admitir que algo en él resultaba interesante. Tal vez de seguirlo hasta el final acabaría descubriendo el "qué".
Mi nombre es Anak Su Namun. Soy una servant de clase Assassin y, ya que me invocaste, supongo que he de servirte hasta el final de esta guerra. Sin embargo no todo es tan fácil, Nicolas...
Se llevó el pulgar a la boca, mordiendo con suavidad la uña del mismo mientras acomodaba las palabras en su cabeza. Aquello no era más que una mala costumbre que había tenido en vida. Tras lograrlo soltó un suspiro y, poco a poco, volvió a acercarse. Casi como si quisiera sitiarlo en alguna esquina.
Me temo que solamente le sirvo a personajes fuertes... No es mi estilo quedarme con los débiles y, por eso, mi vida terminó en el pasado. Te lo pido, máster, demuestra que eres [...]
Parecía nervioso al ponerse de pie, acomodándose la capa mientras intentaba disimularlo. A primera vista daba la imagen de ser un jovenzuelo inexperto y tímido, por lo que resultó gracioso verlo estirar la mano con toda formalidad mientras intentaba mantener la compostura. Nadie diría que Nicolas era un hombre con casi setecientos años de edad a cuestas. Se atrevió a levantar la mirada para ver a Anak Su Namun a los ojos, aunque los restos del sonrojo reciente le quitaron seriedad a su saludo.
Mi nombre es Nicolas Flamel y seré tu máster. Te he invocado para que seas mi representante y combatiente en la Guerra por venir. Confío en que juntos lograremos vencer.
Su semblante se tornó serio, empero, tomó la distancia que él le había pedido. Ambos brazos se mantuvieron cruzados a la altura de su torso y con una ceja alzada le dio a entender que iniciara con toda la parafernalia que la ocasión ameritaba.
