Al haber escuchado el elogio de su Master, sobre sus versadas habilidades culinarias, Saber amablemente asintió, sonriéndole con gesto afectuoso y entrañable que le decía “Haré lo que me digas”, que irradiaba su rostro lozano como el sol de ocaso que se horadó por la ventana de la mansión donde se hallaba.— Bien. —desde que fue invocado en la Segunda Guerra del Grial, sentía como si hubiese despertado solo a medias, todo lo que le venía a la memoria era nebuloso e impreciso; había algo en sus recuerdos que le pesaba en su corazón de dragón, empero, no lograba concebir de que se trataba. Aun con tal incertidumbre a cuestas, era un gran rey, y por lo tanto siempre se mantendría leal a todas sus promesas. ❛Te protegeré. Protegeré tu mundo, Sajō Ayaka.❜

El caballero dirigióse hacia la cocina, y mientras lo hacía, sus atuendos cambiaron una vez más en un breve destello místico, cuestión de un fugaz parpadeo: Sobre su rojo suéter; vistió un mandil.[...]