—Hm, está bien... Ayaka. —no estaba acostumbrado a dejar de lado los ademanes tan arraigados en su porte, por ello aún hacía uso de aquéllos tratos tradicionales del señorío inglés, como el ❛Milady❜; entre otros. Una vez la animosa respuesta llegó a sus oídos, primeramente una expresión extrañada y candorosa le apoderó de sus armoniosas facciones, antes de esbozar una sonrisa agradable y enternecida. Una de sus mejores cualidades era la intuición, le habían bastado pocas interacciones entre ellos para comprender el melancólico sentimiento de soledad que le astillaba el corazón, y por ello, ser quien lo alivie le regocijaba el suyo propio.— Para un combate, se necesita coraje. —le mencionó—, Una vez lo poseas, se emite mediante la mirada. —agregó, antes de culminar sus palabras—. Empiezo a conocer el tuyo, ahora en verdad tienes una buena disposición. —