AS1552426

Apresurado y sudoroso, un joven hombre manejaba su bicicleta por la ajetreada calle. Sujetaba los manubrios con nerviosa fuerza y mantenía arrugado el entrecejo, como si esto le ayudara a mantenerse concentrado al esquivar los parsimoniosos transeúntes. Llevaba una boina blanca y un bolso lleno de correspondencias que debía entregar antes de acabar el día. Una de esas era una carta que se le había encargado de último minuto un artista plástico residido en la torre alta al oeste de la ciudad. El cual se encontraba descalzo, fumando y viendo a través de la ventana, pensando sin pensar en lo que sucedía en su vida. Tras unos minutos el mensajero llegó a su destino y saltó desde la acera hasta la puerta de la familia Fitzwilliam. Alguien salió a recibir al muchacho y él sólo dejó el sobre en manos del mozo antes de salir disparado a la bicicleta nuevamente.

La carta, doblada dentro de un sobre cuadrado y atada con un delgado y rústico cordel, tenía escrito, en mayúsculas, el nombre "Altair" y contendría las siguientes palabras, escritas en una limpia y presurosa caligrafía: