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xoriety · 22-25, F
Desencajada, atenta al movimiento y sus reacciones que esporádicamente cambiaban sin darle una señal de qué faceta suya seguía, era como tratar con múltiples personalidades a la vez. Múltiples personalidades a las que estaba obligada a convivir, sin nadie imaginarse que aquello era el infierno diario a vivir entre las cuatro paredes que aunque eran enormes se hacían angostas cuando aquellos escenarios acababan con la libertad de su movimiento.

Lo miraba angustiada, con la respiración brotando entrecortadamente con su mirada en la barbilla que se acercaba a depositar un beso en su cabeza, como si aquello enmendase lo que día a día aguantaba.
Como si entendiese la forma en que se sentía, atrapada, bajo el juicio de si merecía paz o sumirla en la locura.

El beso en el entrecejo la hizo quedar en silencio, desviando su mirada. La sensación le repugnaba, no quería tenerlo cerca.

— Mis hermanas llegarán pronto, tengo que vestirme. Por favor, déjame ir.
AL1581946 · M
De ahí bajó para besarle el entrecejo, queriendo relajarlo. Oh, su cariño doloroso.

—¿Por qué, Mika? ¿Por qué no me nombras si no es para pedirme que me detenga? Eres egoísta, quiebras mi corazón —y creyéndose acreedor de ese sufrimiento, dolido en el semblante, se prendó del suyo un rato breve. ¡Le diría algo más! Pero le pesaba tanto el amor que tuvo que dejarlo pasar por el momento.
AL1581946 · M
El desfaz en el rostro fuerte femenino le trajo a la memoria las fantasías diversas que desde tiempos incontables tuvo al alcance de un parpadeo veloz y liviano. La sonrisa de la propia boca terminaba esfumándose, si, pero no por eso estaba el hombre de las sombras particularmente amargado, ni siquiera estaba ofendido. De hecho, su humor iba en picos. Estaba eufórico, ¿no se lo había dicho? Era usual en este tipo de intercambios.

—Pero no quiero que te vayas. Te quiero aquí y allá, te quiero en todo sitio posible —pese a la acidez del comentario, no iba con sentidos perversos. Estaba siendo sincero, ¡en exceso! Trasparente cual lago, devoto cual caído resucitado—. Escucharía tu voz toda la vida —jaló caprichosamente de su cabello pero con la única finalidad de hacerle la cabeza hacia atrás, apenitas. Lo suficiente para dejarle un amoroso beso en la coronilla—. Permitiría que todos se cortaran la garganta para escucharte a ti esencialmente. Eres primordial.
xoriety · 22-25, F
Porque aunque podría hacerle frente en cuanto a un combate cuerpo a cuerpo se tratase, él siempre jugaría sucio.
xoriety · 22-25, F
Sólo quería salir de ahí, pero sus pies no le respondieron. Se quedó congelada, otra vez le había ganado el pavor y se vio rápidamente bajo control de las manos que le sostuvieron como quien ve con rabia a la muñeca del té que quisquillosa lo dejó enfriar y ahora enfrentaba la ira de quien había puesto la mesa.

— ¡Artyom! — Sabía que si intentaba incluso darse a la fuga la perseguiría y aquello sería peor. El terror se dibujaba en su mirada y sus labios quedaban entreabiertos entre quejidos por los dedos que se aferraban a sus rubias hebras como si deseara arrancarle el cabello.

El paso de la saliva era débil en su garganta, como cuando usaba sus habilidades para acalambrarle el cuerpo y ausentar cualquier fuerza existente en sus músculos.
— Detente, me iré... ¡Me iré y me callaré pero detente! —

Era un ratón chillando en las garras de un halcón, se sentía impotente.
AL1581946 · M
Para él esa tensión fue probadita del cielo, sazonado con las estrellas, condimentado con las nubes. Le permitió creer que le perforaría la piel y llegaría a sus muelas para arrancárselas, mas le acarició con el pulgar y llegó a su mentón. ¡No! En realidad se quedó en la intención pues un chasquido resonó, y su mano quedó en el aire, a un costado.

—¿Segura? —murmuró con una ronca entonación que no pudo disimular ni controlar. Dio un paso a ella, ojos endurecidos por el éxtasis, palmas ajustándose tras las orejas frías de la muchacha envalentonada—. Si quieres jugar conmigo y batallar, procura que lo que sale de esa amarga boca tuya sea coherente. —la furia hermosa le sacó mayor brillo a cada iris rojizo—. No puedes tomarme la mano y pedirme que te suelte, Mika. No puedes defenderte si eres tan tonta. Enfócate, ponlo difícil.

Disimuladamente fue colando los dedos corazón tras la nuca. Jalaría de sus cabellos. Sí, pretendería desnucarla, ¡también quería jugar!
xoriety · 22-25, F
Su mirada de repente vio el frente en un panorama borroso con la tensión acumulada en sus hombros al ser sometida por una de las manos que bien cubría su pequeña mandíbula con las uñas apenas hincándosele en los pómulos. Casi como un mecanismo sus ojos lentamente buscaban al dueño de aquella palma quien habría borrado cualquier expresión de sus facciones.

El entrecejo de la mujer seguía fruncido, apretando su diestra hasta que el impulso le ganó, la cólera le hizo darle un manotazo sabiendo aún a lo que se enfrentaba. Los brazos le temblaban, su cuerpo entero se sentía vulnerable aunque él no había hecho ni el mínimo esfuerzo por someterla.

— Mi cabeza está en su lugar, Artyom. Te lo puedo asegurar.
AL1581946 · M
Como la leña más apta y seca al fuego hambriento, la expresión en su boca alimentó satisfactoriamente a la que se lucía en la propia. Su gesto se hizo ancho y, si lo pillaba (y ella estaba entrenada para lograrlo), notaría la desaparición parcial de esa cordialidad.

—No —tajantemente defendió su postura. Acto siguiente, acomodó las yemas de la zurda sobre ella, acuñándole las mejillas—. Hazte responsable de tu torpeza y vuelve a contar tus propios pasos —sutilmente le apretó la quijada—. La que se moverá serás tú, Mika, pero si tienes la cabeza en cualquier sitio, puedo ayudarte.
xoriety · 22-25, F
— Tienes toda la razón, discúlpame. Suelo ser... Bastante distraída. —

Fingió una curvatura en sus labios, acercándose apenas a unos centímetros decidida a enfrentarle, sin importar si aquello le traía una consecuencia a futuro. Su risa sólo acentuó el sentimiento de repulsión.

— ¿Te puedes mover entonces?, para no invadir tu lugar de nuevo.
AL1581946 · M
—Todo se reduce a la función. Es necesario que me "retuerza" así para... —más bajó el rostro, manos tras la espalda baja—. Para poder alcanzarte.

Qué importaba que ella no le dedicara mirada alguna en dado momento, sabía que era consciente de su presencia y con eso le bastaba. ¡Además, le hacía reír! No fue escandalosa pero le robó una risita piadosa.

—Tú te me acercaste. Eres quien entró a mi espacio. ¿Cómo pretendes que me marche?

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