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𝑇𝑜𝑑𝑎𝑦 𝐼 𝑛𝑒𝑒𝑑 𝑦𝑜𝑢𝑟 𝘩𝑒𝑙𝑝 𝑚𝑜𝑟𝑒 𝑡𝘩𝑎𝑛 𝑒𝑣𝑒𝑟
𝐑𝐨𝐥 𝐜𝐨𝐧: 𝑬𝒏𝒚𝒅.
 
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EK1572937 · F
Pero valió la pena cada segundo cuando, finalmente, visualizó a Arwydd a escasos metros de distancia. Cómo la había extrañado.
EK1572937 · F
¿Sería por dicho acontecimiento que las flores flanqueadas en la extensa entrada olían más fuerte que antes? ¿O que los colores de sus pétalos brillaban como estrellas en pleno día? El recibimiento quedó a medias, hasta el último escalón de las escaleras que conectaban el segundo piso con el recibidor; sus padres ya se interponían como dos firmes pilares en medio de las puertas. Enyd, desbordante de alegría, esperó en su sitio como una niña pequeña a punto de recibir un obsequio ‘sorpresa’.



De nuevo tocó esperar. En esos tiempos, las presentaciones frente a visitas -ya conocidas- solo eran para jactarse de títulos y renombres. [+]
EK1572937 · F
¿Cuánto tiempo más debería esperar? Ni las lecciones de poesía, literatura, religión o economía exentaron su increíble concentración al tiempo. Sin embargo, con un suspiro largo y cansado, aceptó que no le quedaba de otra más que seguir aguardando.

’A la llegada de Arwydd.’
— “ Había una dama que en un gran salón vivía, de ojos grandes, apariencia alta y esbelta; que siempre cantaba de mediodía en mediodía, dos rosas rojas a través de la luna. “ — Sintiéndose una tonta romántica profesándole amor a las paredes, Enyd desvió la mirada del libro a las puertas del recinto. Las voces de sus padres corrieron por los pasillos apremiantes; anunciaban la llegada de una escolta enaltecida por un blasón bien conocido; Arwydd por fin había llegado.

Soltó el libro de golpe. Una sonrisa involuntaria se adueñó de su rostro, y a toda velocidad, salió corriendo a la entrada del castillo. [+]
EK1572937 · F
Nunca una reina, pero sí una duquesa renombrada. Una duquesa de plena sabiduría y envidiable belleza; una mujer ejemplar... pero sobretodo, solitaria. Era bien sabido que el nacimiento de Enyd fue casi un milagro, pues Lady Agatha intentó varios años concebir un embarazo. Perdía las esperanzas hasta que el médico dio luz verde a la pequeña vida brotando como capullito en su vientre, y cuando llegó el momento, el botón se transformó en la flor más bella que sus ojos hubieran visto antes. Probablemente de esa analogía nació su gusto especial por las flores y la jardinería, misma que planeaba presumirle a Arwydd ni bien arribara al castillo.

El lapso entre la noticia y la llegada de la joven fue eterno. Los gramos de arena del reloj ,descansando sobre la mesita al costado de su escritorio, caían perezosos, aferrados al grano de encima; las puestas del sol eran relativamente flojas comparadas al paso de meses anteriores. [+]
EK1572937 · F
Comenzó a preguntarse si era posible que de tanto leer la carta entre sus manos, las letras pudieran desvanecerse, pero, ¿cómo evitar emocionarse? La sonrisa en media luna se debía a lo escrito, al anuncio cariñoso plasmado entre letras: la visita de la única persona a la que ha considerado una amiga y hermana, Arwydd.

Años atrás, la ausencia de Arwydd en su vida fue notoria; no más cartas, no mensajes de boca en boca, ni un atisbo que informase si Arwydd vivía o había fallecido. Pensaba que convertirse en adultas o vivir lejos la una de la otra había alimentado el olvido, hasta que ambas pasaran a la historia como un simple y añorado recuerdo. Lady Agatha - su madre - jamás volvió a mencionar nada del tema, por lo que una joven Enyd dio por sentada la relación amistosa y, acarreada por las cuerdas del destino y sus padres, continuó bajo la estricta educación que éstos le proporcionaban, todo porque Enyd se transformase en la chica ejemplar de la casa Kinborough. [+]
AL1572916 · F
Cuando al fin llegaron a las puertas del castillo se detuvieron en espera de que alguien, quien fuera, saliera a recibirlos. Se sobreentendía que de ella no presentarse el viaje habría sido en vano. Arwydd notó sus palmas sudadas sobre la correa del animal hasta que tuvo que soltarlo para indicarle que se quedase quieto, eso no era propio de ella… Un león no vacilaba ni temía a la hora de correr con los suyos o de salir de cacería; lo que pasaba era que, en ese entonces, ella no había sido una Lothaidh sino una De’Ath y el fantasma de la “bastarda” caía sobre sus hombros como la armadura más pesada jamás puesta. Respiró profundo, una, dos y tres veces hasta que volvió a tomar una posición erguida y el temple característico de los suyos la invadió. Haría eso, saldría de ahí con su amiga queriendo unirse a su causa y estaría al fin completa su rota familia. Uniendo su pasado con su presente crearía un gran futuro.
AL1572916 · F
Querida Enyd.

Han pasado muchos años desde la última vez que pude tener papel y tinta para redactarte una carta. Como seguramente sabrás, mi madre ha muerto hace ya más de cuatro años y yo, su única hija, dejé de tener contacto con ella desde incluso más tiempo atrás; sospecho que no me mencionó nuevamente en las cartas que seguramente mandó a tu madre, o quizá mintió diciendo que yo había muerto, sabemos de lo mucho que era capaz de odiar esa mujer. ¿Me has olvidado ya? Yo espero en mi corazón que no y por eso te escribo esta carta. Ahora soy… Diferente, he logrado hacerme con un nombre y tener a mi alcance lo necesario para dejar las calles y poder viajar. Mi primer viaje será en tus tierras porque añoro oír tu voz una vez más. Por favor, recíbeme con el mismo cariño que me profesabas cuando niñas. Saldré pasado mañana, no tendré tiempo de recibir una respuesta, disculpa mi descortesía.

Hasta dentro de cinco días, preciosa Enyd.
AL1572916 · F
Lo había hecho toda su vida de ilegítima, después de todo.

La buena nueva – tanto para ella como para sus posaderas que estaban resintiendo ya la silla – les llegó apenas fueron capaces de ver humo en la lejanía ya que parecía que al fin habían logrado dar con el destino ansiado. No pasó mucho tiempo para que entraran a territorio ajeno y Arwydd sintiera en su cuerpo un extraño fuego reconfortante que solamente se podía interpretar como “calor de hogar”; hacía tanto tiempo que no había visto tan pintorescas casas ni había sentido el aroma a lavanda en el aire, todo aquello la remontó a ese único pedazo de niñez feliz que había tenido, - un pedazo que tenía nombre y apellido: Enyd Kinborough – empero, aquello distaba mucho de ser una visita para volver a ver a su más querida amiga; la guerra y sus vicisitudes la obligaban a acudir por razones tácticas y esos motivos, era nada más y nada menos, que la búsqueda de una alianza.
AL1572916 · F
En los últimos años las cosas habían cambiado de manera drástica para Arwydd y sus hermanos; un rey caído, una familia rota volviéndose a unir, la salvación del heredero legítimo, trabajo y más trabajo para reconstruir de las cenizas lo que un Rey Loco dejó a su paso… Estaba exhausta, mental y físicamente, pero eso no lo habría de admitir ni en un millón de años. Las imágenes de los sucesos paseaban por su mente acompañadas del melódico sonido del andar de su caballo, siendo únicamente interrumpidas de vez en vez por las voces de dos hombres que se le antojaban una verdadera molestia, pese a estar ahí para auxiliarla en cualquier cosa que requiriera. Su destino: La Casa Kinborough; sitio que se encontraba a más de cinco días a caballo y, por supuesto, lugar al que el mayor de los Lothaidh no permitiría que su hermana fuera sin escolta, como si desconociera el hecho de que la segunda hija del Rey caído sabía defenderse muy bien sola.

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