¿Pero que le estaban haciendo a esa chiquilla? El país de las maravillas se desmoronaba frente a los vacíos ojos del sombrerero, y no solo eso, la Liebre y el Lirón se habían atrevido a traicionarle dividiendo y repartiéndose sus partes hasta quedar únicamente el tronco y la cabeza clavados sobre un gancho y lo peor de todo, ¡dejándolo sin té!, él jamás hubiese sido así de cruel con ellos, por lo menos no les hubiese quitado la dicha de una taza de té.
El Sombrerero esperaba inerte hablando consigo mismo a Alicia, su querida y divertida Alicia, una joven tan única que podía morir y revivir en su propio mundo, si es que de verdad lo era, aún estaba en debate, ¿pero qué clase de enferma creaba un mundo para morir y revivir una y otra vez? Se carcajeaba el sombrerero que se remolineaba sobre el gancho intentando estirar la lengua lo más que podía para intentar humectar sus labios secos con aquel dulce y adictivo líquido.
