[code]Había toda una vorágine en su interior, producto de todo lo vivido en el pasado; ¡qué fácil era para Arizona, sin embargo, acallar las ventiscas! El varón no pudo responder en voz alta; pero su cuerpo lo hizo a la perfección cuando sus dedos se aferraron a la espalda y melena de su compañera, al tiempo de que sus párpados cayeron, y un suspiro prolongado salió de él.[/code]
—Voy a quedarme aquí todo el tiempo que me necesites, Jules. Te lo prometo. — Y tras lo dicho, Arizona enterró sus dedos en las platinadas hebras de Jules para obsequiarle diversas caricias que pretendían tranquilizarlo. —Voy a cuidarte.
