[code]Jules vaciló un momento. Todo aquello era bueno... ¿Verdad? No pudo evitar preguntárselo ante el comentario de su esposa, aunque disimuló esa breve turbación con facilidad al concentrarse en enseñarle a usar el ratón de la computadora; y pronto, con la sonrisa que adornó su semblante, le fue sencillo dejarla atrás por completo; cuando Ariadnae le recordó las esquelas de su noviazgo, el medio de comunicación más eficiente de aquel entonces. —¡Ah! Aún se usan... Y sí, son mucho más románticas, personales. —Dio un beso a la mejilla de su esposa, antes de susurrarle con afecto. —Aún guardo todas y cada una de las que me enviaste.[/code]

— Es extraño... ¿De la luz?, ¿y es bueno? Me suena a algo que podría acabar con el mundo. — Permitió que su esposo la guiara en la manipulación de tal aparato, sobresaltándose de inmediato al notar una especie de flecha que se movía a lo largo de la superficie. Apenas estaba comprendiendo el uso de los teléfonos celulares y otro aparato, ah, era demasiado para su cabeza. — Prefiero las cartas, si me lo preguntas. — Volteó a verlo con una sonrisa en los labios para dar a entender que rememoraba todos los momentos en los que su comunicación se basaba en el correo.

[code]Jules aprovechó que Ariadnae dedicó su atención al objeto para robar un vistazo de su rostro. ¡Casi dos siglos, y aún no tenía suficiente de ver esas facciones tan hermosas, y de enamorarse de ellas! Prácticamente tuvo que forzarse a sí mismo para apartar la mirada y continuar la explicación, guiando la mano de su esposa para que ella misma manipulara el objeto y se familiarizara con él. —¿Recuerdas la electricidad? Bueno, posteriormente descubrieron otros tipos de energía, a la que les dan usos como éste: radio, televisión, Internet... Imagina una red que cubre el globo, permitiendo la comunicación entre todos los usuarios.[/code]

—¿Con qué magia hacen eso? —Sorprendida, Ariadnae sigue los pasos de su esposo para descubrir lo que le cuenta y, si es posible, experimentarlo con sus propias manos. Una sonrisa dulce cruzó sus labios, ajena a su naturaleza oscura; la piel de Jules era tan cálida como la recordaba. Podría tomarlo de la mano toda la eternidad.

[code]—¡Sí! Ahora podemos comunicarnos con personas de otras partes, de manera instantánea. —Jules tomó la mano de su esposa con delicadeza, pretendiendo guiarla en el uso del aparato. Incluso en esos gestos podía notarse lo amoroso de su trato, y su dedicación al enseñarla. [/code]