Mantuvo la sonrisa enigmática ante la pregunta, mientras pensaba un poco su respuesta. Cuando supo qué contestar, sin revelar nada de lo ocurrido, alzó uno de sus índices.

—¿Sabes qué? Puedes contarle a père que tuvo la razón sobre los licántropos el día de la última golpiza, seguramente se va a reír de mí.

Dió otro trago a su copa y relamió sus labios para quitar cualquier exceso de sus comisuras, antes de dejar reposando la copa nuevamente en la mesa.

—Pero ya encontraré con qué reemplazarlo, conseguiré de nuevo alguna bestia que no sepa hablar... En fin, mère, ¿por qué aburrirte con estas desilusiones de mi vida? Quiero que me cuentes qué planes tienes a partir de ahora.