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ABs1582147 · M
Una vez en el jardín, iluminado con lámparas de gas, la luna y algunas luciérnagas, exhibía al fondo, a varios metros, los cuerpos castigados de esclavos todavía vivos.
—Entenderás que no esperaba visitas, mère, así que lamento que presencies este desorden.
Con un frívolo de su mano, ordenó a un par de sirvientes el retiro inmediato de los castigados a su habitación conjunta. —Curen bien sus heridas, no deseo enfermedades rondando mi mansión.
Mientras se "limpiaba", tomó asiento en una mesa de jardín, que ofrecería una agradable estancia, de no ser por las costumbres extravagantes del propietario. Allí a cada uno le sirvieron una copa de sangre fresca, dándole a entender a Argenis, que aunque se hubiera negado, siempre podía cambiar de opinión.
—Entenderás que no esperaba visitas, mère, así que lamento que presencies este desorden.
Con un frívolo de su mano, ordenó a un par de sirvientes el retiro inmediato de los castigados a su habitación conjunta. —Curen bien sus heridas, no deseo enfermedades rondando mi mansión.
Mientras se "limpiaba", tomó asiento en una mesa de jardín, que ofrecería una agradable estancia, de no ser por las costumbres extravagantes del propietario. Allí a cada uno le sirvieron una copa de sangre fresca, dándole a entender a Argenis, que aunque se hubiera negado, siempre podía cambiar de opinión.
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