Batiรณ el lรกtigo con fuerza y maestrรญa contra cada uno de los cuerpos, como si dirigiera una orquesta y el cรกntico de la misma fueran los gritos y clamores agonizantes de los moribundos esclavos, pidiendo piedad, llorando por misericordia, gritando algunos hasta desgarrar sus gargantas.
Su mirada imperturbable ante la visiรณn de la dรฉbil carne abriรฉndose, rompiรฉndose; no era como la suya que en un par de horas habrรญa sanado por completo. En esta, la punta metรกlica del lรกtigo se atascaba y con un fuerte tirรณn del mismo salรญa, rompiendo la carne de manera permanente para esos pobres que no sobrevivirรญan a la noche.
El aroma de la sangre en abundancia, mezclada con el sudor, las lรกgrimas, la saliva y la orina de las vรญctimas se sentรญa inundar el pequeรฑo recinto y, sin embargo, no competรญan con el olor que habรญa sentido sobre su Adrael.
