-La sangre de su hijo se extiendía por el suelo en una oscura mancha, se había manchado los zapatos y parte de sus ropas, no fue hasta que no hubo más movimiento por parte del menor que se detuvo.

Chasqueo la lengua molesto por la poca resistencia que tenía Armand, esperaba más de él, lo movió con su piel para asegurarse que no había muerto, para luego acunclillarse a su lado, le sujetó de los cabellos para ver su maltrecho rostro-

Debiste guardar silencio, tal vez una disculpa me hubiera bastado...pero te atreviste a retarme, todos ustedes olvidan que soy más fuerte y más antiguo que ustedes, no voy a matarte, aún que deseo hacerlo, pero tú madre no me lo perdonaría...

-Solto los cabellos de su hijo dejando que cayera de cara contra el piso y sin concideración alguna piso una de sus rodillas hasta que escucho que está crujió para así pasando sobre de él ir en busca de su otro hijo -

En el suelo, a medida que se acercaba a su inconsciencia, su instinto pudo más que la fuerza que ejercía a sabiendas para contenerse. Sus colmillos se mostraron grandes y lo tomó de la ropa buscando apartarlo de encima, ejerciendo la fuerza suficiente para romper parte de sus prendas. Pero como había previsto desde un inicio, su padre era más fuerte y cegado por la ira lo era más, por lo que solo tomó unos cuantos golpes más para dejarle inconsciente.

En eso tenía razón eran un chiste de familia, un clan poderoso que había sido reducido a una burla, Demián culpaba de ello a sus hijos, por lo que ahora teniendo a Armand en el suelo los golpes siguieron uno tras de otro, podía oír sus huesos romperse pero no le importaba, deseaba callarlo, por lo que comenzó a golpear su rostro -

Gruñó esta vez, sus brazos temblando ligeramente por el dolor. Podía recibir cantidades de heridas que hacían poco en él, pero las del látigo de su padre siempre habían afectado más.

Sin embargo, volvió a estirar una sonrisa forzada. —¡Porque sigo siendo poderoso! Y me importa poco... seguir doctrinas de un chiste de familia com-

Los golpes vinieron uno tras otro interrumpiéndolo, rompiendo cada hueso que tocaban, y aun así siempre buscaba erguirse y devolverle la mirada, tan orgulloso como lo era su padre.

-Asestó un golpe firme en la espalda ajena rompiendo con este las ropas de su hijo haciendo un profundo cardenal que comenzó a sangrar -

¿Por que? ¿Dime por qué? Confiaba en ti, eras el único que no me había decepcionado, pero tenías que hacer lo mismo que tu hermano, revolcarte con alguien tan bajo!!

-Repartió varios golpes cada uno más fuerte que el anterior, en sus costillas y brazos, su ira no podía apagarse, estaba más molesto que nunca-

El cuerpo le dio de lleno contra la pared, causando agrietamiento y un agudo dolor en su espalda y nuca. El sonido del látigo que le provocó un escalofrío sin siquiera haberse recuperado del golpe. Solo permaneció a la espera escuchándolo, pues tampoco era que intentaría hacer nada o sería peor, por no decir inútil.

Ahogó un gruñido por la laceración en su rostro, pero volvió a mirarlo, los ojos brillándole con ira. Contenía sus reacciones físicas únicamente por Adrael, pero no lograba silenciarse.

—¡Tus expectativas son imposibles de alcanzar, padre! Era cuestión de tiempo para que cualquier cosa te decepcionara.

Aquella respuesta aunada a la pelea que tuvo recién con su esposo y todo lo que venía cargando le nublo por completo, tomo a su hijo por la solapa del saco y lo lanzó con tal fuerza contra uno de los muros de la habitación. Su vista estaba fija en él, pero no le importaba si estaba bien o no, tomo su látigo de montar entre sus manos comprobando la resistencia, para luego hacer un movimiento con su mano, rompiendo el aire se acerco a su hijo y a levantarle el rostro por el mentón con la punta de este obligandole a mirarlo

-He tenido suficiente de esto, tenía altas espectativas en ti, en que no me defraudaras, y te estás revolcando con un lobo

- Soltó entonces el primer golpe causando un corte en la mejilla derecha de su hijo -

Al ver que venía desde su mansión, imaginó lo que le esperaba. Sonrió como solía hacerlo siempre.

—Veo que conociste a mi mascota...

Tenía altas espectativas en ti, y resultase la misma basura que tus hermanos, cada uno una decepción mayor al anterior -