El escuchar la enemistad entre los licántropos y vampiros era un golpe para Aika, quien rio con ironía, sobre todo porque ahora era "enemiga" natural de su hermana menor. Cerró los ojos un momento y cruzó de nueva cuenta sus piernas, dejando la copa de vino sobre la mesilla y luego apoyando ambas manos sobre su regazo; tomaba una postura seria y elegante, donde su espalda estaba firme y recta y su mirar, tras abrirse, se denotaba completamente serio.

— Ese es el problema, maestro. Mi hermana es vampiresa. No quiero que esto le cause problemas, no quiero herirla a ella ni a mis sobrinos que también son vampiros. No quiero matarlos, no quiero herirlos, no quiero que esta maldición cause problemas...