Para él era como un momento mágico, era la primera vez que sentía aquel sentimiento "paternal" que a todo padre primerizo lo rodeaba. Por eso mismo era su nerviosismo y emoción ante la situación, no sabía exactamente como reaccionar; después de todo nadie nace sabiendo ser padre. Al escuchar las palabras de su esposa, se levanto de golpe tomándola de ambas manos. —¡Por supuesto! Tendremos una casa más grande, un lugar donde jueguen los niños, yo me encargo de buscar las mejores escuelas de la zona a la que vayamos. Tendrán lo mejor siempre.— Parecía como un niño en navidad con tanta emoción desbordando como cascada . —Prometo hacerlos siempre felices...—
No recordaba la ilusión y nervios de las etapas tempranas de un embarazo, la emoción y expectativa de lo que sería su vida de ahora en adelante. Suspiró, rodeando la cabeza de su esposo con ambas manos, atrayéndolo a su vientre. No había cosa que la llenara más que la idea de tener una familia con él, con el ser que había amado más que a cualquier otro, por el que sin dudarlo daría la vida — Debemos de conseguir un apartamento más grande... ¿Deberíamos mudarnos más al centro?... Tiene que haber un parque cerca, cariño
Su mirada se había enternecido al ver a su mujer acariciar su pequeña barriga, sin poder evitar agacharse hasta estar de rodillas quedando a la altura perfecta donde su rostro y el vientre de su esposa se hacían uno mismo, adosando su oreja con este mismo para sentir cualquier movimiento. —Llegaron en el momento en el que más los necesitábamos.—
— No hagas eso, que me pones más nerviosa a mi —Respondió con la misma risa nerviosa, dandole un pequeño golpesito en el pecho a modo de juego. Sus manos se pasearon por su pequeña barriga, mirándose al espejo que tenía frente a ella— Llegaron en el momento perfecto, ¿verdad?
—Lo sé, también me siento nervioso pero sumamente feliz, creo que eso compensa un poco las cosas.— Una ligera risa nerviosa salió de entre sus labios tratando de ocultar su inquietud.
