[code]Interesante era la tecnología que empleaban en Japón; el auto se movía solo. Una persona de clase media-baja cómo él no tenía acceso a dichos recursos. Es más, ni siquiera había visto eso en italia, era una locura. La mujer llamó su atención nuevamente, ya que llevó el dispositivo traductor hacia el rostro del hombre con la explicación del vehículo y con una frase que le hizo gracia:
sin extraños podremos hablar con libertad.
─ Eso de "hablar" pinta más complicado de lo que parece ─ dijo marcando mucho las palabras que pronunciaba en sus labios. Se había percatado que ella leía los labios y con esto quiso facilitarle el trabajo.
Tenía que aceptarlo, la mujer hacía un gran esfuerzo intentando hablar a pesar de su falta de audición. Algo que caracterizaba a los nipones en Europa, es que se les considera gente profesional, inteligente y sobre todo, que trabajan muy duro para cumplir sus objetivos.
─ Puedes preguntar lo que desees, responderé con total franqueza ─ dijo llevando a cabo el mismo método de antes.[/code]
[code]Tras unos instantes de haberse presentado esbozando una sonrisa y al no obtener una pronta respuesta, su sonrisa se torció. Cuando de pronto la mujer extendió un pequeño dispositivo en el cuál había un texto que decía:
"«Mi nombre es Anzu, soy sorda. Sigame, yo me encargaré del resto.»"
Sin darle tiempo para analizar lo que estaba pasando, la mujer retiró el dispositivo y se dispuso a caminar hacia la salida del lugar. El hombre se quedó perplejo unos instantes.
─ Yo no sé japonés y me mandaron a una chica sorda... ¿Cuál de todos los dioses puede ser tan cómico? ─ murmuró y le siguió.
Caminó detrás de la mujer siguiendo el paso hasta llegar a una camioneta que esperaba en frente. La mujer se giró de nuevo hacia él indicándole que subiera al vehículo. Así mismo hizo caso y se subió, se colocó el cinturón de seguridad y volteó ver a la mujer sin decir nada.[/code]
[code]El avión llegó dentro del horario previsto al aeropuerto de la isla de Japón. Los tripulantes tomaron sus maletas de mano y descendieron por el "gusano" en dirección a la recepción de las maletas. Una silueta llamativa atravesó por en medio de los civiles, se trataba de un hombre de alta estatura, cuerpo "delgado", llevaba una mascarilla cubriendo su boca y nariz, pero lo más llamativo de él era el color de su cabello; la mitad de color negro y la otra de color blanco. Iba vestido con un traje negro, en las manos llevaba un par de guantes del mismo color de la indumentaria. Tomó una maleta con rueditas de la cinta procedió a caminar hacia la salida del lugar. Tenía claro que irían por él, pero se sorprendió al ver a una atractiva mujer con un letrero parada en dirección a la salida.[/code]
[code] El letrero tenía un mensaje de bienvenida en italiano, pero bastante mal escrito. Sin embargo, estaba claro que era para él, ya que llevaba escondido entre las esquinas las palabras: "veni, vidi, vici". En italiano significan "vine, ví y vencí". Frase del poderoso romano Julio César y frase que la mafia italiana empleaba cómo uno de sus estandartes.
El hombre se aproximó a la mujer con el cartel deteniéndose frente a ella, observando sus finos rasgos y sutiles contornos.
─ Agradezco la recepción, mi japonés no es muy bueno─ pronunció intentando imitar el acento nipón[/code].
[code]Tras el último enfrentamiento entre la mafia Siciliana contra las fuerzas del orden en Italia, todos los grandes "Dones" que gobernaban el mundo del crimen fueron replegados a sus más recónditos escondites.
Hubo una pequeña reunión dónde los "Dones" más adinerados y poderosos se unieron sólo para discutir cómo deberían proceder debido al incidente. (El dominio de Italia estaba dividido en secciones casi equitativas. Imagina la bota y córtala en rectángulos horizontales, más o menos así sería la división de los grandes mafiosos de dicho país)
Desde que aquel extranjero se había posicionado cómo presidente de Italia, las cosas habían cambiado y los grandes señores de la mafia habían ido cayendo uno a uno. De los 4 "Dones" que lo dominaban todo, solo quedaban dos. Había sobre la mesa la propuesta de pedir recursos a los rusos, pero la mayoría entendía que seria lo peor y lo último que podrían hacer. El ahora principal y más acaudalado Don propuso ante los demás una alianza con un grupo de la Yakuza. Todo mundo se quedó sorprendido, porque sabían de antemano que la Yakuza no salía de Japón, en primer lugar, y en segundo, ¿podrían aceptar?
Por esa razón estoy en un avión con destino a Japón. Estoy casi tan sorprendido cómo tú, pero es lo que le toca a un capo que está tan abajo de los peces gordos, pero no tan jodido cómo los que venden por narcomenudeo, esos que se jodan.[/code]
[code]No me dieron muchas explicaciones, pero tengo que hallar al contacto que está dispuesto a sacar a su gente de Japón y reforzarnos en la lucha contra el nuevo gobierno. Pensándolo bien, esto es una mierda. Llevo 3 años trabajando para Don Inario y pasé de ser un simple cobratario a los pequeños negocios por "protección", a ser líder de un pequeño grupo de ineptos sicarios. Justo cuando muere mi superior y hay una vacante para que pueda ascender, entonces estalla la guerra y se van al carajo todos mis malditos planes...[/code]
[code]─ Aeromoza, un whisky, por favor ─soltó un suspiro y estampó la frente contra el ventanal observando el increíble azul del mar.[/code]
[code]─ Esto se va a ir al carajo. No sé hablar japonés...[/code]
