No podía evitar soltar una pequeña risilla ante lo que ella comentaba, pero entre esta estiró las manos para tomar las impropias y tirar de ella con el fin de levantarla del suelo. — Hay muchas cosas que creemos no "ser lo nuestro" pero terminan sorprendiendo o haciendo feliz a alguien especial. Atrevete un día, Anzu. —
—No eran las confesiones que esperaba, pero ahora estoy casi segura de que entraste a la fuerza.— una deducción fácil, ya que si de algo estaba segura siempre era de que las puertas estuvieran cerradas, y es que gracias a su condición asegurar las puertas le daba tranquilidad en una habitación. —Eso o ya te enredaste con la familia más de lo que deberías.— Estiro sus manos en su dirección, de manera tal que este pudiera ayudarla a levantarse por su peculiar posición. —Ser modelo no es en verdad lo mío, así que ayúdame para irnos.
— Debes asegurarte que la puerta esté realmente cerrada. — Fue lo único que confesó, le fue fácil colarse, y aunque en realidad si estaba cerrada, era hábil forzando las cerraduras, sin necesidad de quebrarlas. — Confieso que te sienta muy bien ese atuendo, me pregunto cuales otros te harán lucir mejor. Debes un día modelarme toda clase de conjuntos. —
«¿Significa que robaste mis llaves o simplemente forzaste la puerta?» Parecía calmada con la interrogante, lo suficiente para que se notará el real interés por la respuesta. Era tan normal ver tanta gente en su casa por diversos factores, que ver gente conocida era la verdadera sorpresa. —¿Algo que confesar antes de irnos?
— Un mago nunca revela sus trucos. — No era mago pero le encantaba la frase, además esa expresión de sorpresa y ese ágil movimiento de sus manos al comunicarse le causó una extraña mezcla de gracia y ternura. — Entonces... ¿vamos? —
—¿Pero que...?— Se sorprendió al verle de la nada. «¿Que haces aquí? ¿De dónde saliste?» Desplazo la diestra de la manera más rápida que pudo, dejando ver su destreza en el lenguaje de señas.
