El espía fue por su taza a la cocina y cuando volvió lo hizo dispuesto a ver junto con Anya y Bond el capítulo de su serie favorita.
Estaban sólo ellos 3 en el apartamento porque de nueva cuenta su madre llegaba tarde. Eran 3 días y contando en los que la matriarca no estaba ahí, su padre sospechaba pero se reservaba las preguntas y ella sólo se dedicaba a leer sus pensamientos.
—¡Vamos Bond! Va a comenzar el capítulo.
Gritó entusiasta la pequeña telépata a su compañero y este acudió al llamado. Se tiró a los pies del sofá, Anya encima suyo cuidando la taza y su padre tomó asiento en el mueble.