Suspiró discretamente cuando se vio librada del exceso de atención. —A mi, a mi me encanta. ¡Me fascina! — Alzó la bolsa con ambas manos y gesto venerante. —Papi fue a conseguir verduras... ¡wha! — Hizo el típico deje de molestia que hacían los pequeños, esa mezcla entre ternura y molestia.
— ¡¿Eh...?! — Quedó confundido un momento pero fue fácilmente persuadido nuevamente con la voz de la menor. —¿Te gusta el maní...? ¡A mi también me gusta. — Agarró una bolsa con su diestra. — No puedes comer sin antes comprarla... ¿Dónde están tus padres...? ¡Ah! ¡Soy Izuku por cierto!
—No, no pensaste en voz alta...— Respondió por acto reflejo. Tarde se dio cuenta de su error, nadie sabía de su naturaleza como telépata y estuvo a punto de echarlo todo a perder. —E-Esto... a Anya le gusta el maní... — Alzó la bolsa para desviar su atención.
Parece que volvió a pensar en voz alta. — Ah... C-Claro... Este... Lo siento que que lo dije muy alto... ¡No deberías estar sola aquí, ni aunque es un supermercado!
