[code]Notó esa sutileza en acallar sus instintos, acción que le provocó una risa interna. ¿Quién decía que no lo había dicho apropósito? Alek era un bastardo cuando se lo proponía y más cuando se trataba de dar pequeñas punzadas en el orgullo de los demás. Era intuitivo y sabía donde golpear. ¿Por qué desaprovecharía ese "don"?

Asintió ante la incógnita.─ Pero quiero que seas tú quién me da la comida, Lou. ─sabía que tenía un par de horas para disfrutar de ese físico, por ello aprovecharía cada segundo para pisotear la noble imagen de la reina. Justo, en ese preciso momento, era su juguete favorito que rompería sin temor alguno.[/code]