[code]Cuando Aleksandr separó los labios el Flashback de aquel encuentro violento y delicioso llegó a su mente. El dolor de sus piernas heridas volvió a manifestarse, aunque esta vez no sangraban ni dolían como ese día. Alouqua tragó saliva y se mordió el inferior con fuerza para tratar de no caer en el vórtice de esa memoria y perderse ahí; su dignidad como demonio y vampira, pese a esa vergonzosa situación, debía mantenerse intacta.

—Aquí tiene —murmuró, soltandose el labio para poder hablar, y acercó el bocado hasta los labios ajenos, traspasandolos y esperando con el tenedor dentro de la boca ajena hasta que él se dignara a morder el pedazo—. Espero que lo encuentre... Delicioso, Goshujin-sama. [/code]

[code]Ahí estaba, ese titubeo que exponía sus nervios. Tantos años que tenía conociéndola y aún disfrutaba de ponerla en tantas situaciones que comprometieran todo lo que era ella. Permitió que el demonio se acercara, dejándose hacer para que la servilleta fuera colocada en su sitio con facilidad. Ciertamente fue sorprendente que supiera acomodarla, pero no dijo nada. La comida se veía deliciosa, tanto como la fémina que estaba a punto de alimentarlo.

Asintió.─ Adelante. ─abrió la boca tras sus palabras. Sus ojos se mantenían abiertos, expectantes de ver ese momento donde el demonio tendría que tragarse todo el orgullo y ceder a la orden dada. [/code]

[code]Una parte suya -la masoquista que adoraba a Aleksandr, por supuesto- tomó aquellas palabras con verdadero agrado; sin embargo, la parte del orgullo se vio afectada. ¿Una reina alimentando a otro? El traje ya era lo suficientemente vergonzoso... —P-Por supuesto —murmuró, dándose la vuelta para poder cortar un trozo y colocarlo en un plato antes de regresar sobre sus pasos hasta él—. Colocaré la servilleta —se comportó como su sirvienta lo hacía con ella y le extendió la tela blanca con la mano libre para acomodarsela en el cuello, metiendola entre su camisa—. Cuando esté listo, Goshujin-sama.

La carne estaba tan tierna que fue cortada sin necesidad de un cuchillo. Alouqua tomó un trozo con el tenedor y esperó nuevas indicaciones mientras pensaba que la próxima vez seguro ganaría y haría de él lo que se le viniera en gana. Solamente ese pensamiento la persuadía de hacer una rabieta. [/code]

[code]Notó esa sutileza en acallar sus instintos, acción que le provocó una risa interna. ¿Quién decía que no lo había dicho apropósito? Alek era un bastardo cuando se lo proponía y más cuando se trataba de dar pequeñas punzadas en el orgullo de los demás. Era intuitivo y sabía donde golpear. ¿Por qué desaprovecharía ese "don"?

Asintió ante la incógnita.─ Pero quiero que seas tú quién me da la comida, Lou. ─sabía que tenía un par de horas para disfrutar de ese físico, por ello aprovecharía cada segundo para pisotear la noble imagen de la reina. Justo, en ese preciso momento, era su juguete favorito que rompería sin temor alguno.[/code]

[code]Estuvo a punto de chasquear la lengua en cuanto escuchó a Sasha hablar sobre las almas que se había perdido con tanta naturalidad; como si él no supiera que Alouqua había tenido que gastar buena parte de sus reservas para poder verse justo como él lo pidió: de su edad original y más voluminosa. Era tanto una tortura como una bendición sentirse ella otra vez, ya que la fantasía duraría solamente escasas horas. —He pedido que le prepararan asado ruso —comentó, dejando el plato en una charola de plata que reposaba en la mesita al centro de la sala—. Y de postre, Zapekanka, en su versión salada. Sé que no es de su agrado lo dulce —se dio la vuelta y entrelazó ambas manos frente a su propio vientre para encararlo de nuevo—; ¿gusta que le sirva ya la cena? [/code]

[code]¿Por qué carajos es que no había apostado algo como eso? Después de todo, era tan sencillo ganar una apuesta que implicara demostrar que tan letal era. Reaccionó ante las palabras, permitiendo que su semblante se adornara con una pícara sonrisa.─ Bastante. Te habría gustado estar ahí porque fue un banquete de almas. Y, hablando de banquetes... ¿Qué tienes ahí? ─observó el platillo conforme se acercaba para tomar asiento en el mismo sofá donde yacía el demonio.[/code]

[code]Se levantó del fino sillón e hizo una leve reverencia con extremo cuidado para no dejar caer el platillo que sostenía en la diestra.— Bienvenido a casa, Goshujin-sama. ¿Ha sido fructífero su día? —había perdido una apuesta y debía servirle a Alek como una sirvienta, cosa que le provocaba un golpe en el ego a la reina de los vampiros.[/code]

[code]Hm. ─se quedó unos segundos en silencio, apreciando como el traje le quedaba mejor de lo que esperaba. Se veía perfecta; totalmente encantadora y elegante. Su expresión delataba asombro y, ciertamente, deseo por destruir esa indumentaria.[/code]