[code]De un momento a otro, su pecho se inundó en una frágil melancolía; todo producto del demonio. Sí, justamente esa minucia tan notable en la pequeña desembocó aquellos recuerdos que tenía almacenados en su memoria. Exhaló con pesadez, ocultando su sentimiento para ahogarlo en una expresión atrevida y realzada en su picardía.─ Ya sabes como tienes que estar para pedirme alimento.

Murmuró, completamente suave y apagado, delineando sus palabras con un aire sarcásticamente seco.─ Te noto más encimada que de costumbre. ¿Tanto me extrañaste? ─inquirió con una curva en sus labios, bajándola de manera abrupta para dar un golpe sobre la frente ajena, dejando que su dedo propinara dicha agresión.─ Andando, Lou. Provocaste una necesidad por refrescar tus suplicas y lamentos. ─la tomó de la muñeca y tiró de ella con fuerza, iniciando ese impuro juego entre ellos.[/code]